El A Fondo de María Jimena Duzán con el presidente Petro arrancó con la posibilidad de una entrevista que versara sobre los acontecimientos menos amables del primer año de gobierno y poco a poco se fue desvaneciendo hacia las orillas de lo ya dicho en larguísimos discursos.
No hubo espacio para ahondar en los escándalos más o menos obvios. Tampoco, para temas aparentemente menores como el uso y abuso de Twitter o la inasistencia (o tardanza) a eventos en los que el presidente era esperado.
El encuentro con Duzán dio lugar a una conversación amable. Petro tuvo espacio para elaborar sus respuestas. Entre otros temas, habló de la creciente consolidación del poder económico, de desigualdad, de crisis climática, de justicia social y ambiental, del fracaso del neoliberalismo, de violencia y economías ilícitas. Lo que era una especie de rendición de cuentas no tardó en convertirse en un cuasidiscurso de campaña para la Presidencia.
“El acuerdo nacional no es que el Gobierno deje su programa y coja el de la derecha”: ese fue uno de los titulares con que la entrevista apareció en redes sociales. La referencia iba a lo que fue la salida de los ministros identificados como ajenos a las entrañas del petrismo, y era de esperarse.
La novedad estuvo a cargo de su análisis de lo que ha sido llegar a Palacio y no al poder, como quiera que este ya estaría cooptado por poderes de facto que básicamente no quieren escuchar las peticiones de cambio. Algo de razón tendrá y la forma calmada en que manifestó su frustración es un buen augurio. El talante antidemocrático que tanto le endilgan sigue sin aparecer.
Lo que no se dio, sin embargo, fue una señal de autocrítica frente a lo que pudo haber sido error propio (o de sus asesores) a la hora de escoger el orden de las reformas, sus escuderos y escuderas, sus contenidos, etc.