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La memoria del gaitanismo, Gaitán y su asesinato fue recuperada por el artículo 142 de la Ley 1448 de 2011. Desde entonces el 9 de abril se celebra como el Día Nacional de la Memoria y Solidaridad con las Víctimas. Esto en un país con más de nueve millones de víctimas del conflicto armado, según cifras oficiales del Registro Único.
La memoria de Gaitán, como cualquier memoria, ha sido objeto de todo tipo de apropiaciones. Películas, documentales, telenovelas, novelas y obras de teatro forman parte de la larga lista de artefactos culturales producidos para dar vida a uno o varios aspectos de la obra y muerte del dirigente liberal.
Por lo mismo, asombra el uso que las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (Agc) hacen de la memoria del llamado “Caudillo del pueblo”. Es por supuesto bastante irónico que un grupo armado heredero del paramilitarismo, también conocido como el Clan del Golfo, reivindique para sí mismo el aura de Gaitán y se identifique con el gaitanismo.
En días recientes municipios en Sucre, Córdoba y Bolívar amanecieron con las calles repletas de panfletos alusivos a las Autodefensas Gaitanistas de Colombia. Además del uso y el abuso de la estela imaginaria del gaitanismo, con frases tipo “Yo no soy un hombre, soy un pueblo”, llama la atención la escogencia de una imagen en la que se puede ver a Gaitán con el brazo en alto. ¡A la carga!
Se trata desde luego de la icónica fotografía del fotorreportero Luis Alberto Gaitán, Lunga. A la carga… pero contra la posibilidad de un futuro mejor.
Estamos ante el anuncio de una amenaza. En estos términos, negociar la paz total con las Agc no produce anhelos de inclusión y justicia social. Miedo y zozobra es lo que hay, lejos de la imagen de Gaitán reivindicada en ejercicios de memoria histórica. Lo contrario de la defensa de los derechos humanos y la solidaridad con las víctimas.
