Agenda ternura

Ciertamente no es fácil establecer qué es lo que quiere o busca una persona como el excomisionado de Paz con sus cartas y apariciones mediáticas, cargadas todas de buenos augurios, frases afectuosas y palabras de paz.

En entrevista radial, Luis Carlos Restrepo mezcló todas las formas de lucha. Habló en calidad de ciudadano demócrata y preocupado por el futuro del país. Tomó distancia del uribismo y su posición frente a la paz durante la campaña presidencial, pero abogó abiertamente por Álvaro Uribe. Metió algo de psiquiatría en sus respuestas. Diagnosticó enfermedades colectivas. Hizo de analista político. Predijo el futuro y los tiempos de la paz. Volvió a su filosofía y convicciones. Explicó temas de justicia y alternatividad penal. Contó historias y relató anécdotas. Se mostró, pues, bastante sabio. No parecía un hombre en el exilio. Era la voz del mago Merlín. De un Gandalf.

En fin, no se sabe si el que habla es un desinteresado experto con pasado de humanista o un político profesional en plan de estrategia electoral. En aras del acompañamiento a las negociaciones de paz con las Farc, por momentos parecería que el precio es bastante serio. En palabras del excomisionado de Paz, no hubo anomalía alguna durante el proceso de desmovilización con el paramilitarismo. Esta es, por supuesto, una provocación. Y habrá los que piensen, acaso con razón, en un chantaje.

Con todo, el fondo del mensaje, con fábula psiquiátrica o sin ella, es como mínimo bastante práctico. Si no es que esperanzador. La actitud crítica frente a los que se oponen en el uribismo a que otros hagan la paz merece ser rescatada en momentos de tantos roces con la oposición. Por entre la tranquilidad de la ternura de los gestos de paz del excomisionado aflora una agenda que le debe bastante más a la razón que a las emociones.