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El labrador Golden Retriever, que es el perro más genuinamente idiota que hay, hace parte de la selecta cuadrilla de animales que conforman el Departamento de Policía Canina en Perú.
Por el contrario, el perro rescatado en la costa verde del vecino país fue ninguneado por no contar con los pergaminos que emiten las inoficiosas sectas de señoras y señores culichupados.
A lo que en Colombia llamamos impunemente “chanda”, en Perú le dicen “chusco”. El perro en cuestión no fue admitido por el policía encargado de seleccionar a los infelices que habrán de trabajar mil horas a la semana para después ser encerrados en frías jaulas. La razón del desplante es más o menos obvia: que, como se dice comúnmente, “no es de raza”.
En los propios términos del funcionario, que en honor a la verdad podría trabajar para cualquier otra Policía del mundo: es que “es un perro mestizo”. A lo que agregó que, debido a que es “muy mezclado”, también “puede morder o dejar de trabajar”. Un perro, entonces, que en el peor de los casos puede morder. Vaya genialidad. Y que si no está mordiendo se va a poner perezoso, con lo que ya uno empieza a sospechar que el listo policía les pasa sus prejuicios sobre los humanos a los pobres perros que nada tienen que ver con sus delirios de grandeza racial.
El tema no pasaría de ser un pie de página más en la historieta de lo políticamente correcto de no ser porque lo de las razas en los perros ha llegado tan lejos con el cuento de la pureza que lo que un niño considera tierno en un perro, por supuesto “de raza”, es justamente lo que acorta su vida y lo hace miserable. Ese perro chic que cualquier actriz pone de moda, por lo chato de seguro morirá asfixiado.
