Lo peor de la foto de esta semana en que Duque aparece en el centro de una maloca y por encima de un grupo de indígenas no es el error en la forma de comunicar el mensaje sobre la importancia de la biodiversidad.
A este tipo de formas, de hecho, nos traen acostumbrados. Ni siquiera cuando se trata de plantear un diálogo en igualdad de condiciones con los supuestos guardianes de la biodiversidad son capaces los asesores de imaginar una puesta en escena que evite girar en torno al culto presidencial.
Quizás simplemente habría que agradecer que Duque no hubiese posado con un penacho de plumas para la transmisión. Algo que de seguro...
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