Con grandes gestos de respeto a la JEP terminó su gira por Europa el presidente. Recibió con orgullo cada una de los elogios que le lanzó a la justicia transicional el fiscal de la Corte Penal Internacional, Karim Khan. En La Haya vieron a un Duque entregado a la paz.
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Es la misma persona que puso a circular sus objeciones a la JEP tan pronto fue elegido (de eso también nos salvó la Corte Constitucional). Y es la paz, pero con legalidad, como le llaman a todo el andamiaje de maquinaciones, cáscaras y trampas con que han tratado de torpedear el proceso.
Duque sigue siendo el que dijo Uribe. Y sigue gobernando en representación del Centro Democrático.
Uribe propuso en repetidas ocasiones el fin de la JEP. Que porque estaba hecha a la medida de las Farc. Que porque la impunidad. Contó para ello hasta con la ayuda y el verbo viperino del entonces fiscal Martínez Neira.
Congresistas del Centro Democrático radicaron todo tipo de proyectos encaminados hacia el mismo objetivo. Se habló de derogar los artículos transitorios de la Constitución que estuviesen relacionados con la JEP. Hubo hasta propuestas formales para salas especiales encargadas de las Fuerzas Armadas.
En el espíritu de quitar, modificar, alterar y, en lo posible, anular se les fue buena parte del período presidencial.
“Bueno que objeten la JEP, mejor eliminarla”, tuiteó alguna vez Uribe. Desde el uribismo posicionaron tendencias como la de #ImpuniJEP. Otros menos delicados e igual de entregados a la tarea lanzaron un #ARomperLaJEP (junto con la invitación incluyente #RompamosLaJEP).
Tan agresiva llegó a ser la campaña, que la presidenta inicial de la JEP, Patricia Linares, optó por enviarle una carta a Uribe en la que le pidió que cesaran las “estrategias de desprestigio, desinformación y agresión continua”.
Ante las cámaras, las fotos, los abrazos y los rituales de vitrineo internacional, Duque le dice al fiscal Khan, sin pestañear: “Estamos muy complacidos de compartir nuestra experiencia” .
