El detrás de cámaras

Si el expresidente Pastrana sabía o no que Tirofijo faltaría a la foto en la que supuestamente lo dejaron plantado poco agrega.

De los secretos que están por revelarse, esta es la clásica chiva que no pasa de ser anecdótica. También tenía que conocer otras cosas que en su momento no se dijeron, como que los paramilitares ya estaban practicando su barbarie. Según las pesquisas del Centro de Memoria Histórica, entre 1996 y 2002 la guerra se intensificó. Una guerra, no sobra insistir, que ya estaba degradada.

Es bastante común que un proceso de paz sirva para encubrir temas, comportamientos y acciones que no están en la agenda. Como experimento de paz, el Caguán fue un desastre y la guerrilla de las Farc nunca se lo tomó en serio. Los ‘paras’ básicamente incendiaron el país mientras la guerrilla alimentaba sus alucinantes deseos de tomarse algún día el poder. El Estado, que en un lado dejó que hicieran y en el otro se puso a confiar, terminó de confeccionar el Plan Colombia y no tardó en sacar sus avionetas a rociar glifosato.

En definitiva, todo mal. Y no le fue mejor a Uribe en Santa Fe de Ralito con los paramilitares. Hoy su bancada se queja con cartelitos en los que se oponen a La Habana. Aunque colegial, la tarea es útil. Al proceso no le viene mal algo de oposición. Lo que incomoda, sin embargo, es la hipocresía. En plena desmovilización paramilitar hubo hasta masacres por las que nadie movió siquiera una tiza. Y Uribe insistió.

Lo grave no es que alias Timochenko no salga en las fotos públicas de los que negocian con las Farc. Lo que sería dramático es que la paz se estuviese haciendo sin el actual responsable de los crímenes que estamos por descubrir. Estaríamos ante otro proceso de paz que se hace para la foto y de espaldas a sus protagonistas.