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El gavilán y el sirirí

Nicolás Rodríguez

30 de octubre de 2015 - 03:09 p. m.

Enhorabuena la Unesco incluyó entre su Patrimonio Documental el archivo construido por Fabiola Lalinde sobre la desaparición de su hijo, Luis Fernando, torturado y asesinado por el Ejército colombiano en la década de los 80 mientras colaboraba con la reinserción del Epl. Mucho ayudó que el Centro de Memoria Histórica, en donde reposa a salvo el archivo, lo presentara formalmente.

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La noticia llega en un momento crucial para los miles de familias que todavía padecen la desaparición de un ser querido. Como se sabe, un acuerdo más ha sido establecido en La Habana con respecto a la posibilidad de avanzar en la lejana resolución de un tema al que el Estado no le ha prestado la suficiente atención y voluntad política. Lo que nos dice el reconocimiento de la Unesco es que, en archivos como el que armó Fabiola Lalinde, hecho de fotos, recortes de prensa y todo tipo de circulares e intercambios, reposa ya no sólo la memoria, sino la esquiva posibilidad de que se haga justicia. En el caso de su hijo, quien fue ultrajado, torturado y presentado como N.N., la Comisión Interamericana de Derechos Humanos responsabilizó al Estado colombiano.

Nada de esto habría ocurrido sin la operación Sirirí, aquel pájaro que defiende a sus crías de los gavilanes gritando, sin mengua, hasta que el atacante se lo piensa dos veces de puro cansancio. Esa linda metáfora está ahí. Pero la declaración de la Unesco es también un reconocimiento al lado trágico de la operación Sirirí lanzada por Fabiola Lalinde. A saber: que igual y pasó un tiempo en una cárcel impunemente mientras el Estado se mofaba de sus artesanales papeles, a los que ninguna institución asignaba el valor moral que ahora tiene un archivo; que no todos los desaparecidos cuentan con un archivo o que muchos archivos, mejor, esperan demasiado para no ser papeles sueltos; que si todo gavilán, en fin, tiene su sirirí, los gavilanes siguen siendo mayoría.

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