Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.

El otro pedestal

Nicolás Rodríguez

30 de abril de 2021 - 10:00 p. m.

De todas las palabras utilizadas para referirse a lo ocurrido en Cali con la estatua de Belalcázar, una en particular es más importante que la propia escultura. No es “rabia” y tampoco “indignación”. Ni siquiera es “violencia”. O “raza”. O “conquista”. Tampoco, “conquistador”. La verdadera protagonista es “vandalismo”.

PUBLICIDAD

Gánale la carrera a la desinformación NO TE QUEDES CON LAS GANAS DE LEER ESTE ARTÍCULO

¿Ya tienes una cuenta? Inicia sesión para continuar

La palabra estrella de esta y otras jornadas parecidas, como la de Popayán con otra escultura de Belalcázar, es evidentemente un lugar común. No solo denota el “espíritu de destrucción que no respeta cosa alguna, sagrada ni profana”, como define la RAE la palabra “vandalismo”. Sino algo mucho más mundano y arraigado en las mentes de periodistas, políticos, comentaristas y autoridades.

La palabra habla poco de quienes se supone que describe (los vándalos) y dice más de quienes la pronuncian (una banda que solo piensa en vandalismos). Es un comodín. Una idea mágica que permite cortar camino. Para no detenerse a mirar y tratar de entender de qué se trata aquello de lo que quieren hablar, lo más fácil es teclear “vandalismo”. Un trampolín al silencio. Un pedestal sin caballo ni héroes.

Un monumento a la nada, eso es el uso obligado, gastado y con seguridad devaluado de la palabra “vandalismo”. Una oda tan dramática como depresiva al deseo de no darle ningún trámite a lo que se está describiendo. Es, de hecho, un ejercicio de cancelación por parte de quienes con seguridad serían los primeros en quejarse de la cultura misma de la cancelación.

A los indígenas hay que acompañarlos en sus reivindicaciones y saludarles el gesto. Es igualmente necesario tomar en serio la comparativamente ridícula cantidad de monumentos en los que se pueden ver representados. Las estatuas que siguen (esto no va a parar) podrían ser trasladadas a un cementerio de monumentos, como ya se hace en algunos países. O se podrían intervenir.

En fin, que los metan en museos si queda espacio después de acomodar a los que gritan “vandalismo”.

Read more!
Conoce más
Ver todas las noticias
Read more!
Read more!
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.