Probablemente preocupado por las acusaciones de castro-chavista (lo que hay que oír: un Santos tildado de comunista), el presidente respondió a sus críticos uribistas con un megaevento en el que celebró una receta política que algunos de los invitados ya ni cocinan. Si la Tercera Vía es una novedad para la administración de Santos, en el repertorio de un Tony Blair no deja de ser un best-seller que envejece mal y que con los años suena a literatura de superación personal.
Como sea, los derechos de la obra ya fueron adquiridos y el propio presidente participó en la escritura de la adaptación. “Tanto mercado como sea posible y tanto Estado como sea necesario”, reza el guión central de la Tercera Vía. No está claro dónde es que se esconde el Estado benefactor que toca desmontar, pero hacia allá van las energías. Por lo pronto, el mercado que se les ha asignado a las mineras para que hagan con el medio ambiente todo lo que no pueden hacer en sus países es insuficiente. Y no está claro si a los derechos humanos le aplicarán, al estilo de la Drummond, lo de que “tanto como sea posible” y “hasta donde sea necesario”.
De los creadores de la locomotora de pedales que apagada contamina, llega la Tercera Vía que conduce, sin chistar, al mismo lugar en el que ya se estaba. Una rareza en su especie. La señalización de esta obra sin ingeniería, de esta linda escalera de Escher que baja subiendo, es de no creer: del carril derecho sólo se puede ir hacia el carril derecho. La Tercera Vía es como los puentes sin orejas. Lo único que se puede hacer en esta autopista de peajes es seguir girando, sin precaución, hacia la derecha.
Si realmente están interesados en regular mercados y hablar de paz, que en vez de maquillar las mismas vías arranquen con el de las drogas.
