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A partir de la semana pasada, el video en el que el honorabilísimo senador Eduardo Carlos Merlano saca todo su abolengo, social y político, para no hacerse una prueba de alcohol,...
A partir de la semana pasada, el video en el que el honorabilísimo senador Eduardo Carlos Merlano saca todo su abolengo, social y político, para no hacerse una prueba de alcohol, debería ser parte obligatoria de cualquier Introducción a la Política Colombiana 1, 2 y 3.
“¿Cómo me va a tratar usted a mí así?”, le pregunta Merlano, de entrada, a uno de los policías. Y ese es el tono general de la discusión, luego este es un material que es preciso cuidar, copiar, pegar y celebrar, esto último desde el plano sociológico, si se quiere, pues de verdad que tiene todas las variaciones posibles del “usted no sabe quién soy yo”.
“Llamemos a su superior y no pasa nada”: esa es, de entradita, la propuesta del congresista. Un clásico, un incunable. Y hay más. “¿Cómo le va a hacer a un senador una prueba si estoy perfecto?”, con lo que ya vamos entrando en la órbita del “faltaba más”. “¿Y si estuviera mi escolta aquí?”, agrega el político ya en espíritu de autodefensa.
“Llamemos al coronel y yo hablo con el coronel”, exige, visiblemente cansado de tanto formalismo. Y entonces, por fin, se le sale de lo que de verdad está hecho: “¡Yo soy senador de la República! ¡50 mil votos! 50 mil personas votaron por mí ¿y ustedes me van a faltar al respeto?”. Por ahí cortan la grabación, y con ella la magistral clase de comportamiento político. Todo un inspirador discurso sobre el para qué del voto y el sentido de la democracia electoral.
Y como siempre en estos casos, la payasada se torna en tragedia. Ahora ha salido en una entrevista el mismo personaje, con corbata y unas pastillas en la mano, a explicar que es que iba de afán para la clínica, que el dolor de espalda, que la garganta, que a él ningún policía lo trata de amigo (Mi coronel y Mi general sí, suponemos), y, por supuesto, ¡que va a demandar! (ver video).
nicolasidarraga@gmail.com
