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Quizás sea cierto que el exdefensor del Pueblo Carlos Negret ha debido cuando menos publicar en una fecha diferente el informe que dirigió sobre los hechos ocurridos los días 9 y 10 de septiembre del año pasado en Bogotá.
La coincidencia con su candidatura al Senado fue un buen pretexto para que la discusión del documento, sus hallazgos y recomendaciones fuesen desestimados por el Centro Democrático. A Negret no lo bajaron de politiquero.
La seguidilla de ataques que recibió realmente habla más de los alfiles del Gobierno y su libreteada estrategia que de los supuestos aprovechamientos electorales de Negret. La facilidad y candidez con que salieron a defender el honor de la Policía personas como Duque, su ministro de Defensa y la canciller es un ejemplo de lo urgente que era el informe.
Si de los que ostentan el poder depende, no solo nunca sabremos qué fue lo que pasó. Tampoco habrá disculpas ni reparaciones para las víctimas, como lo recomienda el informe. Es más, por supuesto que no habrá reforma a la Policía, que seguirá atada a los manuales de la contrainsurgencia y al trato militar y desbocado contra la protesta ciudadana.
Como es de prever, otros 9 y 10 de septiembre serán posibles en Bogotá.
Como de lo que se trata no solo es de alertar sobre la masacre protagonizada por la Policía (francamente la vimos en nuestros celulares, con o sin informe de por medio) sino de evitar que vuelva a ocurrir, tampoco es preocupante que personas preparadas en derechos humanos, como Negret, quieran hacer política con el futuro de la seguridad.
Es más, por el bien de la propia Policía, que merece mejores lineamientos y que sigue presa de una mentalidad típica de la Guerra Fría y la lucha contra la subversión, ojalá Negret sea elegido senador.
Hacer política con y para la Policía es justamente lo que necesitamos.
