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Hay violencia más allá de los grupos armados

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Nicolás Rodríguez
20 de marzo de 2021 - 03:00 a. m.
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La marcha contra las fumigaciones con glifosato que se llevó a cabo en Tumaco viene antecedida de un clamor popular, diverso, académico y hasta cierto punto internacional, dada la participación de los relatores de las Naciones Unidas. El gobierno sordo de Duque insiste, sin embargo, en su estrategia, avalado por la certificación de los Estados Unidos y la incapacidad de la administración de Joe Biden para tomar distancia de una ruta de navegación impositiva, costosa social y ambientalmente, que no lleva a ningún lado.

Salvo que se ponga sobre la mesa la inercia de la política antidrogas gringa hacia el sostenimiento económico de una serie de actores militares y privados (los dichosos contratistas) interesados en la reproducción de la obsoleta receta antidrogas, las comunidades realmente afectadas por el uso del glifosato seguirán siendo obviadas por las autoridades colombianas. A las comunidades campesinas, indígenas y negras solo les queda marchar.

Esta es la hora en que, pese a las amenazas de los ministros de Defensa de Duque, seguimos sin acceso público y veraz a las audiencias que la Corte Constitucional exigió para que se reanudaran las fumigaciones. Nos han hablado de avionetas acondicionadas y listas para asperjar, de drones y mecanismos de distribución exacta, limpia, atinada e inocente, pero los derechos a la participación, la consulta previa y el debido proceso ocurren en espacios tan virtuales como imaginarios. Denominadas increíblemente con frases como “análisis de riesgo para la salud humana” (sic), las reuniones suelen ocurrir de puertas para adentro.

Consultas privadas.

Para las familias que se acogieron al programa de sustitución voluntaria de coca, en vez de proyectos productivos no hay respuestas satisfactorias. El incumplimiento de lo pactado en el Acuerdo de Paz con las Farc sacó a las calles a consejos comunitarios, resguardos y juntas comunales. Una movilización pacífica y ejemplar.

En Tumaco y otras regiones del país hay violencia más allá de los grupos armados. Una violencia estructural. Proviene de la incapacidad del Estado para escuchar.

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Hugo(96746)20 de marzo de 2021 - 06:43 p. m.
Algo de resaltar en su artículo es lo que escribe sobre los “contratistas”. Es el cuento de la garrapata, la coca es la garrapata y si esta se acaba, se acaba el negocio. Colombia necesita una persona que haya estado en el lado de los “contratistas” para apretarlos a que cumplan las metas. Si no lo que vamos a tener es garrapata para rato a costa de más violencia por precios más altos de la coca.
Julio(2346)20 de marzo de 2021 - 02:11 p. m.
Los sobrevivientes del régimen paramilitar que el narcoparaco no alcanzó a exterminar con motosierras serán exterminados con glifosato por su esbirro Duque. Y todo estará consumado por el partido del "Todo vale". !Como si no tuviéramos suficiente con la pandemia! !De los falsos redentores, líbranos Señor!
Julio(2346)20 de marzo de 2021 - 02:06 p. m.
El tercer período del genocida gobierno de la "seguridad democrática" aprueba el uso del glifosato porque es no sólo un potente herbicida sino también un homicida más discreto y sutil que las motosierras, y más masivo y apocalíptico que los falsos positivos. Y además el glifosato sirve para recuperar el déficit de muertos que causó el "infame acuerdo de paz".
ERWIN(18151)20 de marzo de 2021 - 01:45 p. m.
es mas costosa la fumigacion ..y no resulta .. para que insistir en ello ?no entiendo .. sale mas barato la sustitucion de cultivos .. entonces?sigo sin entender ...
Julio(2346)20 de marzo de 2021 - 01:25 p. m.
¿Qué diferencia hay entre la fumigación aérea y el bombardeo aéreo? !NINGUNA! Pero para el gobierno uribista las victimas de ambos bombardeos son solo "efectos colaterales del fuego amigo". Afortunadamente es "fuego amigo", porque si fuera fuego enemigo sí sería una masacre muy condenable. Perdón, rectifico: un asesinato colectivo.
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