“Quiero explicarle al presidente cuál es la historia que no queremos repetir…”. La frase es del impulsor de los ahora denominados Frentes Solidarios de Seguridad Ganadera. Es tanto el protagonismo que le ha dado Petro a José Félix Lafaurie que el presidente de Fedegán ya nos quiere enseñar historia.
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La suya es una historia revisionista para la que lo investigado y dado a conocer por el Centro De Memoria Histórica y la Comisión de la Verdad son falsos relatos de una izquierda sesgada. Cuentos de mamertos. En la versión de Lafaurie, los ganaderos serían las verdaderas víctimas de la violencia en lo rural y cargarían, además, con un estigma.
Víctimas de las guerrillas y víctimas también del paramilitarismo, así los describe. De ninguna manera actores partícipes o financiadores del desmadre que, como bien dicen, terminó por afectarles. La maniobra consiste en hacer pasar la totalidad de los grandes ganaderos de Colombia por víctimas. Como si las omisiones en las historias de familias ganaderas que sufrieron secuestros y asesinatos fueran subsanables con un relato igualmente falso.
La estrategia Lafaurie es válida si se la inserta en las lógicas discursivas de quienes todavía dudan de la existencia misma de un conflicto armado. El tal conflicto ese. Estamos en los predios del uribismo que se opuso al proceso de paz con las FARC-EP, impulsó el No al plebiscito y desconoció la legitimidad de la JEP. El punto de vista de Lafaurie no es nuevo. Lo acompañan los que prefieren hablar de una amenaza terrorista.
Si la idea es que los ganaderos se armaron (o financiaron cuadrillas armadas) porque el Estado no los protegía y muy rápido el paramilitarismo los rebasó, hasta el punto en que se convirtieron en sus víctimas, que lo digan como tal. La verdad es una de las claves de la justicia transicional que tanto les molesta. Como lo es el perdón y la no repetición.
