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La mentira organizada

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Nicolás Rodríguez
28 de mayo de 2022 - 05:30 a. m.
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Tiene que haber una mejor palabra para Duque que la de mentiroso.

La lista de falsedades con la que participa el presidente en el debate público nacional (y con verdadera devoción en el internacional) va desde pequeñas y vanidosas frases sueltas hasta macroofensas que contribuyen a crear realidades paralelas.

No hace mucho afirmó, contra toda evidencia, que los colombianos lo volverían a elegir. Sin duda, un caso extraño el de quien en vez de gobernar decide viajar en tiempos de crisis, al tiempo que ejerce como alto consejero del cinismo. Un autoengaño más que no tiene demasiada importancia.

En un tono parecido, Duque explicó que el Clan del Golfo fue desmantelado. Otro artificio intencional. Uno que, sin embargo, no cabe en la misma lista de fatuidades que le conocemos. No solo no desapareció el Clan del Golfo con la extradición de Otoniel (o la “neutralización” de Matamba), sino que los crímenes perpetrados y sus víctimas requieren que se les reconozca como tales.

Una cosa es la exageración, la soberbia e incluso la mitomanía, y otra muy diferente, la mentira organizada. De Duque se ha escrito que es ingenuo, que anda desconectado, que simplemente no conoce o es muy torpe. En el peor de los casos, que es desvergonzado. Pero nunca antidemocrático.

Su capacidad para mentir con método y de manera reiterada desentona con el moderno personaje que va de gobierno internacional en gobierno internacional contando que el país salió básicamente fortalecido de la pandemia.

Duque falsea la realidad intencionalmente. Y sin embargo no se le señala lo suficiente. La deriva autoritaria que suponen sus mentiras lo sitúa bastante lejos de la derecha light, puramente creativa y empresarial, que pretende encarnar.

Los supuestos deslices presidenciales hacen parte de una narrativa política mucho más coherente y peligrosa de lo que se quiere aceptar. Las mentiras sistemáticas que se repiten hasta construir realidades paralelas son cosa de autoritarismos.

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