Llegado el momento del mensaje de calma y recogimiento, el padre de Miguel Uribe optó por uno abiertamente político y electoral: “Tenemos una oportunidad de frenar esta locura en 2026, no la desaprovechemos”.
Un mensaje de unión, aún y si entre uribistas y con miras a las elecciones presidenciales y el retorno al poder: “Organicemos con bríos y absoluta determinación esa causa, y en los próximos meses escojamos y defendamos el triunfo abrumador e incuestionable de ese liderazgo que tome las banderas de Miguel, para que Colombia vuelva a la seguridad”.
Se dirá y en efecto se dijo varias veces y desde diversos lados, que la actitud de Uribe Londoño no era la indicada. Algunos esperaban un luto más sobrio, de mayor tranquilidad. Otros, unas palabras menos intensas o incluso polarizantes, para usar la palabra de moda. Unos más simplemente lamentaron que la política no hubiese sido dejada de lado por unos instantes.
Pues bien, es como mínimo extraño que se piense que el padre de un joven político asesinado, y quien además ya pasó por otro entierro tras la muerte igualmente violenta de su esposa, deba reaccionar de cual o tal manera. El señor Uribe padre está en su derecho de sentir rabia, enojo, irritación... Si el sosiego le es imposible quiénes somos los demás para reclamar. La lectura que quiera y pueda hacer del lamentable asesinato de su hijo es perfectamente respetable. Incluido por supuesto que haya decidido hacer política.
Es más, sobre todo que haya optado por hacer de la eucaristía una propaganda política. Después de todo, Miguel Uribe pretendía ser presidente y su asesinato tiene un impacto evidente en su colectividad política. El llamado a que se organicen en torno a un nombre, que todavía no está claro, es por lo tanto igualmente entendible. Si no es que esperable.
Como era también de esperarse que fuese el ex presidente Álvaro Uribe el primero en querer sacar provecho de todo lo anterior. Desde su prisión domiciliaria, el criminal condenado a 12 años de finca se vio obligado a asistir a la ceremonia por internet. Lo cual no fue obstáculo para que en su nombre, el director del Centro Democrático, Gabriel Vallejo, leyese una carta llena de estigmatizaciones y negacionismos sobre la masacre de la Unión Patriótica.
Para el expresidente, se entiende, la posibilidad de reencauchar los odios con los que gobernó durante más de 20 años es también una forma de escapar políticamente de la cárcel en la que se encuentra. Por fortuna, el país cambió. O está cambiando. Aún y si el asesinato de Miguel Uribe haría pensar lo contrario.
Así como el accionar criminal de Álvaro Uribe fue develado y condenado, se requiere que los móviles intelectuales del crimen contra Miguel Uribe sean esclarecidos.