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La otra Colombia que tampoco es Colombia

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Nicolás Rodríguez
06 de diciembre de 2014 - 04:00 a. m.
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De todas las metáforas que se utilizan con alegría poética para referirse al conflicto dos son particularmentedetestables.

La primera funciona con la naturaleza: ríos de sangre, olas de desplazados, vientos de violencia y todo el largo etcétera de expresiones que les quitan a las personas descritas cualquier posibilidad de reinsertar lo que sea que les pasó en un relato con consecuencias políticas y jurídicas. Con estas devaluadas expresiones, mal sacadas de una suerte de Discovery Channel bíblico, lo máximo a lo que pueden aspirar sus víctimas es a una estetización de la experiencia. La violencia, entonces, como algo aterradoramente bello.

El premiado cuadro de Alejandro Obrerón, “Violencia”, es la expresión gráfica de la misma metáfora. Para hacer las cosas más sublimes (o aterradoramente bellas), la mujer pintada y violentada, de cuya barriga embarazada sale una montaña, hace parte del horizonte. O mejor: es el horizonte. La vista.

“Basta darle un vistazo a Violencia de Alejandro Obregón para captar las implicaciones humanas y sociales de su tema político”, dice Álvaro Medina. Y pues no. Todo lo contrario. La violencia pintada en 1962 es tan natural y hermosa que forma parte del paisaje.

Al lado de este conjunto de fórmulas frente a las que reina la condescendencia existe también una tendencia cada vez más frecuente a hablar de “la otra Colombia”. En tono incluyente y preocupado, la intención es incorporar a las regiones y habitantes que aparentemente no hacen parte de la Colombia política, urbana, periodística, letrada, que consume y participa en el mercado.

El propósito es otra vez loable. Y los resultados son una vez más bastante desesperanzadores. En este registro amigable y tan dependiente de lo humanitario, el desplazamiento es presentado como algo prácticamente irracional y sin cómplices lejanos. Algo tremendo y por supuesto espectacular, que les ocurre a los demás, allá, lejos, al otro lado, en la otra Colombia. Mientras la Colombia oficial observa, diagnostica, socorre y planifica.

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