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Hay algo metafórico en la llegada de un enorme barco blanco de la armada norteamericana al puerto de Buenaventura. La imponente nave, apodada Comfort, trae una ayuda que no pasará desapercibida por los habitantes de la ciudad portuaria.
Lo humanitario de la tarea proviene de las provechosas acciones que realizarán sus miembros en beneficio de la comunidad, pero no hay que obviar el mensaje de esperanza que suponen las enormes cruces rojas que adornan el barco y le dan su identidad.
Cuando los hay, los hospitales colombianos son más pequeños que este, que además flota en el mar. Con sus 40 médicos, ocho cirujanos, nueve pisos, ocho ascensores y todo tipo de facilidades para actividades varias el Comfort se ocupará por unos días de la salud de los bonaverenses. Habrá energía humana para labores de ingeniería y hasta las mascotas serán esterilizadas.
El Comfort ha sido catalogado como uno de los mayores símbolos contemporáneos de paz que tienen los Estados Unidos. La misión actual, de nombre Promesa Continua, visitará otros países de América Latina. El propio Comfort tiene un historial de atención en situaciones de guerra y en desastres naturales como el Katrina y el terremoto de Haití, en los que hizo presencia con todo su arsenal médico.
Caries, cirugías, vacunas, mascotas, reparaciones y asesorías, justamente frente a la inevitabilidad de los desastres: he ahí la ambiciosa lista de tareas que la iniciativa estadounidense pretende ejecutar. Tan pronto termine su estadía en tierra colombiana el barco seguirá su recorrido, como es natural. Dejará una estela de agradecimiento con estos verdaderos héroes de la compasión.
Queda, sin embargo, la duda frente a qué pasará con la promesa tan pronto se retiren las cruces rojas. ¿Continuará? ¿Seguirá acaso Buenaventura, que vive el horror de la guerra contra las drogas (desplegada, ahí sí, por barcos con menos cruces que balas), etiquetada como desastre natural?
