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Las drogas también alivian, no por nada son drogas

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Nicolás Rodríguez
23 de octubre de 2010 - 02:58 a. m.
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COMO ESTÁN LAS COSAS, EL QUE SEA agarrado en la calle con un porro en la mano, en la maleta, incluso en la boca, puede ser procesado por expendio, tráfico o fabricación.

Todo depende de la suerte del pobre miserable. Y del policía, claro, lo que viene a lo mismo. El tema es que la ley permite la confusión. O la promueve, pues no existía.

Tan es así que el gobierno de Santos ya hizo explícito su interés en modificar uno de los infames artículos del acto legislativo de porte y consumo de sustancias psicoactivas. El peligro es obvio, el propio Estado lo acepta. Lo otro, lo del componente médico para tratar a los adictos, fue relegado con el argumento de que no hay plata. Se les dijo. Al final la jugarreta surtió efecto: tras la prometida enfermera se escondía el carcelero. De paso borraron del mapa sociológico, junto con la dosis mínima, al consumidor. Ahora somos una generación de enfermos.

Castigar o curar, esas son las dos únicas opciones que nos ofrece el debate interno. Lamentable. Afuera, por fortuna, el arbitrario prohibicionismo ya empieza a resquebrajarse. Un nuevo orden moral florece. En algunas ciudades de los Estados Unidos, gracias al discurso médico (el conocimiento es poder) que aquí se utilizó para institucionalizar la caverna, la marihuana medicinal reintrodujo la legitimidad del consumo. Estamos, pues, ante la llegada de otra verdad (el consumo no nos enferma, nos mejora).

Michel Foucault solía decir que no se puede pensar cualquier cosa en cualquier época. Si uno mira hacia atrás (y aguanta la risa), la lista de prejuicios es eterna. ¿Que por qué la esclavitud? Porque es natural. ¿Que el Sol gira en torno a la Tierra? Obvio. ¿Que por qué queman en Europa, vivas, a las mujeres? Por brujas. El pasado antiguo y reciente de la humanidad, repite Foucault, no es sino un cementerio de grandes verdades muertas. El mismo en el que enterraremos, más temprano que tarde, esta absurda guerra contra las drogas.

nicolasidarraga@gmail.com

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