Si hay un ejemplo diciente de las dificultades que enfrenta el proceso de paz que arranca, este es la encerrona que le han montado al Ministro Juan Camilo Restrepo, sobre quien han llovido todo tipo de improperios, de lado y lado del espectro político.
Y es diciente no solo por ser Restrepo el encargado del tema rural, punto número uno de la agenda de diálogos con la guerrilla. Lo es, también, por tratarse de un político conservador. Un político, creería uno, que debido a su filiación política es garantía de permanencia y poco cambio para los grandes dueños del campo. Un político conservador que por principio, por naturaleza, no saldrá a última hora con el cuentico de la reforma agraria. Y mucho menos de la revolución.
Pues bien: otra cosa piensa la derecha colombiana, en la que el menos osado amenazó con que la política de restitución de tierras que ideó el Ministro generaría una guerra. Que una política de paz, reformista pero tímida, desatará entonces una guerra civil. El equivalente, pues, a una amenaza (y ello en tiempos de ejércitos de antirestitución). Otros, que acaso sean de los mismos, ya han dicho que la pura realidad es que Restrepo era, es y será el candidato de la guerrilla a la presidencia. Léase bien: ya no su emisario y protector. Su líder. Y eso entre conservadores hablando de un conservador.
Por los lados del Polo, un debate de control político permitió que el senador Robledo presionara al gobierno, cuyas cifras de restitución consideró demasiado alegres. Hasta ahí todo normal. Incluso refrescante, pues sin oposición la Unidad Nacional tiende también a la modorra. Pero el Polo no se limitó a labores fiscalizadoras. Al Ministro se le trató de embustero y prestidigitador de cifras, y de la restitución de tierras se dijo que era una falsedad. Una pose.
De “cortina de humo” habló el senador Robledo, quien aprovechó la coyuntura para oponerse, nadie dice que sin justificadas razones, a que el modelo económico del presidente Santos pretenda entregarle tierras baldías al capital extranjero. A China. A Brasil. A los bancos. A cualquier mercachifle. De la Restitución de Tierras se pasó hábilmente a la discusión ideológica de los modelos de desarrollo, y de nada sirvió que el gobierno se hubiese diferenciado tajantemente de la era Uribe en la que las víctimas fueron negadas sistemáticamente. A los sectores más críticos del Polo, poco o nada les dijo que una reglamentación histórica como la ley de Víctimas y Restitución de tierras hubiese sido impulsada y aprobada. El vaso seguía vacío. Entonces se oyeron voces, una vez más, que pedían la cabeza de Restrepo.
En síntesis, por ahí debe caminar la pobre paz, al son de una política minada (y esto en uno solo de sus temas neurálgicos): con un buen Ministro cuyas propuestas les son conservadoras a los más radicales, y radicales a los más conservadores.
No está fácil.