Vivimos tiempos en los que todo es pronosticable, o esa es la ilusión. El conocimiento anticipado de un evento se nos convirtió en una necesidad. Interpretar el pasado ya no es suficiente. Estamos, pues, obsesionados con la posibilidad de tener el control de las adivinanzas.
Muchas veces lo que importa es la predicción en sí misma. Acertada o no. Hay pronósticos en el deporte que carecen de la legitimidad que los locutores desearían (le pegan al palo, dijéramos). Hay pronósticos (reservados) en la medicina. Hay pronósticos en las elecciones, con más política que ciencia (algo de lo que saben mucho los conocedores de la ciencia política). Y hay pronósticos sobre el tiempo, los más famosos e impredecibles (¿como el clima?).
Pues bien, ahora tenemos acceso inmediato, vía mail, a un pronóstico más. Se trata de los encargados de proveer información sobre América Latina para empresarios e interesados en eso que llaman, con eufemismos, clima político. Un reporte reciente del Business Monitor International, que le puede llegar a cualquiera (y que no se cuela por el spam) trae las siguientes descripciones: sobre San Salvador informa de 3 cuerpos mutilados; de Venezuela destaca la renegociación de deudas con compañías extranjeras, y de Uruguay, que no suele ser el protagonista, resalta que 80 familias de campesinos sin tierra ocuparon más de 400 hectáreas que aparentemente permanecían inexplotadas.
La situación del clima político (el término es maravilloso, vale la pena insistir) pasa entonces por la violencia endémica, natural, cíclica, bárbara y demás que le sería consustancial a América Latina. Al potencial empresario se le dice que ni se le ocurra mirar hacia Venezuela, algo normal, a lo que ya nos hemos acostumbrado. Pero además, el reporte le llega a cualquier ciudadano del común, como yo, que no pienso invertir en ninguna parte. Y cualquier circunstancia (en su lenguaje “situación”) como la de Uruguay, en donde se dio una situación de inconformidad, de movilización, de conflicto, es elevada al estatus de “riesgo político”.
Con lo cual, se supone, la gente debe tomar sus decisiones. Y por ello pagan, ya que la idea es que el interesado se suscriba. El riesgo, entonces, hecho negocio. O para volver a los eufemismos: el arte de pronosticar, con dos o tres alarmas ("indicadores de riesgo") la realidad social de un país. Por supuesto con aplicación para telefonía inteligente, tipo google maps o the weather cannel, pues nadie quiere ni ha pedido contextualizaciones. ¿Que cuál es el diagnóstico para América Latina? No visite, no viaje, no invierta, estos son países en los que cunde la política.