Demasiados pies de foto le salieron a la imagen de los tres expresidentes reunidos para salvar al país de una amenaza creada por sus propios e incorregibles apetitos burocráticos. En vez de ser material para comedia (que también lo fue), el acontecimiento tuvo su cuarto de hora mediático.
El que más histriónico lo puso habló de “histórica cumbre”, como si estuviésemos ante un momento mayúsculo y definitorio. Otros se fueron con el dramático título de “reunión inédita” para describir lo que en realidad es la actividad cotidiana de tres políticos profesionales que no han parado de urdir complots y alianzas desde que salieron de sus respectivas presidencias. Lo inédito, si a eso vamos, es que a este comportamiento tan malsano para cualquier democracia se le diga liderazgo.
E igual no faltaron los que celebraron la reunión. Para estos, los expresidentes Gaviria, Pastrana y Uribe no tienen agendas ocultas. Si depusieron sus odios y malquerencias es porque se sacrificaron por la patria. En consecuencia, deberíamos estar agradecidos con el magnánimo gesto de nobleza. En palabras de Pastrana: “Hoy iniciamos el tránsito de la polarización hacia la reconciliación”.
Está por verse cuánto les dura lo de la “reconciliación”, que no será mucho si el presidente Duque se resiste a repartir el botín. La insistencia en la “polarización”, entre tanto, se convirtió en un comodín para referirse con eufemismos a lo incómodo que fue estar tan cerca de perder el poder ante un candidato alternativo como Petro.
Después de todo, tal vez la foto sí es histórica y marca el comienzo de un quiebre. A los tres expresidentes que posan se les ve sonrientes mientras defienden, quizás, una simple embajada o la buena salud electoral de algún delfín. Pero hay además una tensión evidente en el aire. El llamado a “rodear a Duque” es también una forma de blindarse contra el otro país que les implora respetuosamente que se retiren a escribir poesía con Betancur.
Le puede interesar: Corrupción en Colombia: ¿Qué es lo que controla el Contralor?
