Todo lo que diría… El lamento fue emitido por una mujer que retoma los hechos de violencia cometidos por grupos paramilitares: “Todos los días tiraban cuerpos al río, traían gente de muchos lados y los mataban, los torturaban, los desmembraban. Todos los días”. Más encima prohibían sacarlos y se cercioraban de que no lo hicieran rellenándolos con piedras.
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Las palabras de la mujer fueron recogidas por el Proyecto Ríos de Vida y Muerte y retomadas en la página 28 del Auto 226 de 2023 en el que la JEP resuelve la solicitud de acreditación como víctima del río Cauca dentro del Caso 05, en el marco de la situación territorial en la región del norte del Cauca y del sur del Valle del Cauca.
El río Magdalena, el páramo de Pisba, el río La Plata, los ríos Coello, Combeima y Cocora, el río Otún, el río Pance y el río Cauca ya habían sido reconocidos como sujetos de derecho. Ahora el Cauca, ante la JEP, es una víctima del conflicto armado. La decisión es histórica.
Es tiempo de reconciliarse y de hacer las paces con el río. De repente, tiene voz.
Difícil no recordar las palabras de Darío Acevedo, exdirector del Centro de Memoria Histórica, emitidas burlonamente para desmontar guiones museográficos que daban cuenta, justamente, de aquello que la JEP hace explícito: “¿Poner a hablar a un río? Perdónenme, muchachos, eso está muy bien para una obra literaria, una poesía…”. En su miope entendimiento de la realidad colombiana y la diversidad de sus gentes, no puede imaginar que un río sea mucho más que una corriente de agua continua.
Acevedo nos permite dimensionar la revolución que supone la colaboración de la JEP con las comunidades involucradas. En este caso, los pueblos afros directamente afectados. Ordenamientos jurídicos tradicionalmente liberales en los que las víctimas de violaciones son humanas les abren paso a otras formas de estar en el mundo.