Hay video de cómo avanza la lancha rápida, es impactada, y luego el incendio. Todo visto desde una puntería aérea que recuerda lo que fue la guerra contra el terrorismo y el uso, en ese entonces relativamente novedoso, de los drones.
Aquí se trató de 11 narcotraficantes, pero todos igualmente terroristas y afiliados al Tren de Aragua, que a su vez trabaja conjuntamente con el gobierno de Nicolás Maduro. Y como se dirigían a los Estados Unidos con su veneno, que es una amenaza a la seguridad nacional, lo lógico era quemarlos vivos en alta mar.
Así va la lista de encadenaciones causales, aseveraciones sin respaldo alguno y mentiras con que ha sido explicado, justificado y dado a conocer el video en cuestión. Por supuesto, debidamente curado para un público ávido de imágenes y videos similares.
Si eran 11 personas en una lancha dedicada al narcotráfico, como lo han constatado varios ya, por lo menos 10 habrían sobrado… Si tenían o no conexión alguna con el Tren de Aragua (una hipótesis es que eran migrantes) nadie lo explicará. Como tampoco parece haber ambiente alguno para aclarar el verdadero alcance de la conexión entre el grupo criminal Tren de Aragua y el gobierno del dictador venezolano.
Tan elocuente y valiente como siempre, el Secretario de Estado, Marco Rubio, explicó que ya cansados de tanta interdicción que no sirve para nada, y dadas las órdenes presidenciales, se decidió volar en pedazos la lancha. Y como todos eran narcotraficantes y los narcotraficantes son terroristas y el narcoterrorismo es una amenaza, acá operan las leyes de la autodefensa, las leyes de la guerra.
Más que narcoterroristas parecería que eran combatientes y como tal fueron aniquilados.
Por supuesto que el Congreso de los Estados Unidos no ha avalado la declaración de conflicto armado con los carteles de las drogas, como mandan sus leyes y de la que se desprende toda la bravuconada abiertamente fascista con que pulverizaron la lancha y sus tripulantes. Estamos pues ante una ejecución extrajudicial para la que, por definición, no hay orden de arresto previo o debido proceso.
Una masacre histórica hasta para los Estados Unidos y su política de guerra contra las drogas, pero que tampoco está por fuera de los tiempos que corren. Sin ir tan lejos, los agentes encargados de las redadas a los migrantes se pasean por los Estados Unidos con sus caras ocultas y pasos de fuerza paramilitar, mientras tropas nacionales son desplegadas en ciudades como Los Ángeles de manera igualmente ilegal y con la trampa discursiva de la existencia de otra amenaza criminal.
De su apoyo y participación en el genocidio israelí en Gaza, el gobierno de Trump pasa al Caribe con los mismos niveles de impunidad y un desdén idéntico frente a la posibilidad de rendir cuentas. Pero lo que más se parece, lo que aterra en la comparación, es el gusto visual por la estética del poder aéreo y vertical, la adrenalina que se dispara con el punto de vista del satélite que rastrea la presa; las endorfinas que claramente les producen el dron que estalla o el misil que lo revienta todo.