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Tolerar lo intolerable

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Nicolás Rodríguez
26 de marzo de 2011 - 03:00 a. m.
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Los menores de edad no siempre gozaron de la atención que hoy reciben de parte de la ley, el Estado y los medios de comunicación. La idea misma de hacer política a favor de los niños es relativamente nueva. Y por supuesto: muy efectiva.

Por lo mismo, no extraña que a la revista Soho le sea tan fácil escandalizar con las fotos de dos menores de edad y un adulto bastante joven que, sin ropa, acompañan a dos miembros de la Iglesia en estado alegrón. Aún el lector menos curtido en el uso de la imaginación tipo “revista para hombres” (propaganda ya anacrónica, que reproduce inútilmente más de un estereotipo sobre la sexualidad), podrá suponer que la escena es el inicio de una orgía. La denuncia es tan obvia como la provocación.


De ahí que la Procuraduría interviniera. Argumenta Ilva Myriam Hoyos, encargada de la lucha contra el aborto (y delegada de los derechos de la infancia, la adolescencia y la familia) que puede haber una violación del Código de la Infancia y la Adolescencia, pues está prohibido publicar imágenes que atenten contra la integridad moral, psíquica o física de los menores. La revista es señalada, además, de promover la pornografía infantil.


Lo que le fue vendido a la gente como una denuncia artística, como una recreación del oscuro tema de la pederastia, ahora es convertido, con la posible ayudita del Procurador Ordóñez, en un presunto delito. De esta manera, la Procuradura Delegada gradúa a los jueces del país en sociología y arte (ahora les toca identificar en dónde es que el arte se convierte en pornografía, si es que tal cosa tiene sentido); y logra que la revista, que siempre ha provocado, venda más, pero ahora denunciando. No le habría ido tan bien a su director si lo excomulgaban.


En la mitad de la polémica, que tiene más cara de polémica persecución, están, por supuesto, los niños y sus derechos. Hay tendencias históricas que permiten suponer que la sociedad va encaminada, desde hace un buen tiempo, hacia el progreso ético y moral. Si antes la sociedad les miraba de otra manera, dirían los más comprometidos con su defensa, hoy por hoy no toleraremos que a los niños se los maltrate, explote, torture, agreda o viole.


Una visión políticamente correcta, como debe ser cuando de niños se trata, que olvida mencionar, sin embargo, que todo parte de la misma sociedad inequitativa, pobre y en guerra que no brinda los medios necesarios para defender los principios que le dan sustento a esos intolerables. Porque si se trata de alertar, por ejemplo, frente a los menores de edad (y claro, aquí sí ya no se habla de niños) que trafican con droga y terminan por embarrarla, ahí ya no impera el lenguaje cariñoso, la mirada compasiva. Antes bien, cero tolerancia. “¡Cárcel!” es lo que se escucha, y no extrañaría que para toda la vida, como es también el deseo de los más fervorosos defensores de los niños.


Y eso también lo toleramos.


nicolasidarraga@gmail.com
 

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