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Tontos preocupados

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Nicolás Rodríguez
03 de enero de 2014 - 11:00 p. m.
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Que Confucio inventó la con-fusión no es necesariamente la peor respuesta de la historia en un certamen de belleza.

Y menos aun si se piensa que todos los que en Panamá y el mundo entero se rasgaron las vestiduras, difícilmente conocían mucho más del confucianismo, el sabio en cuestión o la propia China. A la recursiva candidata a reina se le abona la creatividad.

En ese mismo orden de malas ideas, pensemos cuál sería la salida a un cuestionario tan digno del reinado como el siguiente. ¿Si 2014 termina en un pacto de paz con la guerrilla de las Farc, usted se retuerce en llanto o salta en una pata?

Entre los que no podrán ocultar las lágrimas están Uribe y sus adeptos. En época de pronósticos bien puede uno imaginar que el fin de las Farc como guerrilla vendrá acompañado del entierro político de los obsesionados con la venganza y el exterminio violento de la figura del guerrillero, cualquiera sean los métodos empleados.

Después están los alegrones dados a la pólvora y el festejo. Son los embajadores de la idea de un país que es pasión y paraíso si lo dejan prosperar. Calculadora en mano, los contentos optimistas ponen a circular indicadores de crecimiento económico convertidos en locomotoras enrutadas hacia el porvenir. Los invade una suerte de confianza en que en adelante todo irá mejor. Y por consiguiente, la aceptación de una fábula fundacional: que en Colombia todos los problemas arrancan en las Farc.

A los llorones y los risueños, para terminar, habría que agregar los aguafiestas, que muchos calificarán de tontos preocupados. La respuesta más digna de la defensora de Confucio como el arte de lo confuso. Pues el pacto de paz es apenas lo necesario. En adelante, queda todo lo otro: desde el narcotráfico y los incentivos de los futuros excombatientes, hasta el reconocimiento de sus víctimas y las razones de una guerra por desmontar.

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