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Un monumento sin pasado

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Nicolás Rodríguez
25 de junio de 2016 - 02:00 a. m.
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Por supuesto que con las armas de las Farc se podría construir tres ciudades de hierro.

Si insisten en la estética de la escopetarra hay material suficiente para un concurso de bandas de música militar. De seguir por la onda literal del balígrafo, habrá esferos suficientes para reescribir los archivos de Wikipedia.

En fin, las posibilidades para la exageración, las ocurrencias y la propaganda política son enormes. El tema, sin embargo, es bastante serio. Los monumentos y la memoria que encarnan no son un anexo más del acuerdo, ni hacen parte de la justicia transicional simplemente para adornar.

El arte no es contentillo para la paz ni es cierto que sea necesariamente una terapia para el dolor. Los monumentos catárticos existen, pero también los que provocan y confrontan. El consuelo es una sola de las dimensiones. Generar empatía frente a víctimas de la guerra usualmente desatendidas, como lo pueden ser los colonos, es otra.

El futuro de las armas tampoco tiene que ser una maqueta de Marquetalia forjada en hierro y en plan de oda nostálgica a los orígenes de la subversión. Ni es necesario minimizar en burlas urbanas camufladas en acero a sus marranos y gallinas, como ya se ha hecho en algunas reconstrucciones históricas. Los monumentos no son para pasar por encima de las víctimas y exaltar el violento pasado guerrillero. Tampoco para ridiculizarlo.

Las armas están en poder de las Farc pero al servicio de la paz. Y aunque existe una tendencia hacia la alegre animalización de los procesos de paz, el resultado tampoco debería ser la ejecución de una paloma del tamaño de un dinosaurio. O el encargo de un batracio jurásico. Por respeto a los animales, que también eran familia. Y porque la paz de las palomas de la esperanza no es real. Como la de los sapos que toca tragarse no es duradera.

La insistencia gubernamental en el paso literal de la bala al bolígrafo, con su acento en la educación, va muy bien con la posibilidad electoral de un mañana mejor y diferente. Con equidad y lo que le quieran sumar. Como slogan el mensaje es pegajoso. Como idea inicial para monumento es una extraña novedad en su género: le apunta a la paz del futuro sin referencias al pasado.

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