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Nicolás Rodríguez
05 de agosto de 2011 - 11:00 p. m.
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En su última columna Ernesto Yamhure se pregunta, con la elegancia de siempre, si es que acaso en el vientre de una mujer embarazada habita una rata que el día 120, de manera sorprendente, se convierte en ser humano.

Como esta, otras destempladas opiniones le siguieron a la más reciente arremetida contra la despenalización del aborto. El propio presidente del Partido Conservador, José Darío Salazar, cuestionó el aborto por malformación del feto con un “¡Cuántos artistas nos ofrecen los mejores dibujos hechos con sus piececitos!”. Muy considerado.

Y así, con consignas que invitan a prohibir y encarcelar (sin duda los dos verbos godos que más réditos políticos otorgan), el país se aleja de la posibilidad de ver cómo las mujeres asumen pleno control sobre su cuerpo, sin condiciones, pregunticas, recriminaciones o miradas paternalistas. En adelante (pero hacia atrás) habrá que cuidar del sentido común, que fue a lo que le apostó, en últimas, la Corte Constitucional con los tres casos en los que quedó despenalizado el aborto.

Y es que sentido común es lo que no tienen los conservadores. “Es preferible eso (el abandono de un niño) a que lo mate”, afirma el inefable Salazar, al tiempo que justifica el que a las parejas de homosexuales, que ya son familia según la misma Corte, se les prohíba la adopción. Y todo porque tras el falso “los consideramos, los queremos, los apreciamos” (de nuevo con Salazar y su tolerancia, tan parecida a la del que acepta con alegría que tiene jardinero y peluquero maricas), se esconde el dogma: al margen del insufrible lenguaje de la corrección política los más conservadores creen (siguen creyendo) que el homosexualismo es una enfermedad. Y que es contagiosa. Y que como se transmite, pronto serán muchos los niños infectados. Y que un niño homosexual (y esto de parte de sus más decididos defensores) es inaceptable. Un anormal.
“Ahí sí que lo aborten”, diría Monseñor Builes, quien ya no está con nosotros. Aunque claro, algunos viven en sus pastorales.
nicolasidarraga@gmail.com
 

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