En el tema de la guerra contra las drogas no podía faltar la esquela represiva de Álvaro Uribe, por supuesto publicada en El Colombiano. Se veía venir.
El artículo es una mezcla de expresiones y datos tipo Wikipedia, pero con ritmo militar. Se leen frases como esta: “América Latina tiene el 57% del bosque primario remanente del planeta. Conservarlo es un imperativo ambiental. Las drogas son una gran amenaza. En Colombia se han destruido más de 2 millones de hectáreas”. Cambio y fuera.
Y se defienden las ideas de siempre. En eso hay consistencia: que los valores, que los niños, que las escuelitas, que el clamor de las familias, que el crimen, que el debilitamiento de la Fuerza Pública, que la alienación del individuo, que el ser sin autocontrol, que el camino a las drogas fuertes son las drogas suaves, que la democracia, que la pérdida del rumbo... En fin, todas las formas de lucha.
Y algo más: una buena dosis de cinismo. Pide que cese la “subjetividad del debate” justo después de poner en duda el encarcelamiento masivo de consumidores en los Estados Unidos. Que así no son las cosas, explica, que porque “varias autoridades de ese país” ya han dicho que en realidad se trata de traficantes que se hacen pasar por consumidores. Negros y latinos en su mayoría, claro, pero eso como que no lo citan sus grisáceas fuentes.
A propósito: tampoco aclara quiénes están en el “sector de economistas” que lee, o cuáles son los “varios grupos de científicos” que le dan apoyo a sus tesis prohibicionistas. Eso sí: firma su columna con el “Expresidente de la República”, para que no queden dudas del lugar desde el que está escribiendo. La objetividad, pues, que tanto pregona.
Y entre línea y línea, además, hay espacio hasta para la poesía filosófica, de inspiración pastoril: “Legalizar en nombre de la libertad es fertilizar el camino para perderla”. Memorable.