El ministro de defensa compartió un video en el que hombres armados toman cerveza. Un video del que no sabemos nada sería la prueba reina del Ejército ante quienes han cuestionado lo ocurrido en Puerto Leguízamo (Putumayo).
Ya fue confirmado que en el operativo contra supuestas disidencias murieron el presidente de la Junta de Acción Comunal y su esposa, además del gobernador indígena de la zona y un adolescente de 16 años. En total 11 personas habrían muerto.
Las familias insisten en la inocencia de los civiles. Exigen explicaciones. El ministro Molano contestó con más imágenes. Esta vez, de las que usan los militares para organizar material inculpatorio.
Lo visual cobra entonces una inusitada relevancia en la argumentación. Ver para creer.
Como no es fácil rastrear el origen y la veracidad de las imágenes, vale la pena poner sobre la mesa otras instancias en que lo visual (tanto como lo invisible) gana preponderancia.
Entre los testimonios de la comunidad, que ya se van acumulando, quedó claro que un grupo de hombres disparó contra las personas que asistieron a lo que era un bazar. Portaban ropas oscuras y brazaletes. No fue posible identificarlos. Iban disfrazados.
Ya iniciada la que sería una masacre, algunos de los testigos fueron obligados a no mirar. A no mirar hacia sus verdugos. Y a no mirar hacia donde yacían los cuerpos de las personas asesinadas. Lo que siguió, según los mismos relatos, fue la reorganización de los cuerpos para que se pensara que empuñaron armas. Quizás, porque eso tampoco lo vieron, organizados para alguna foto.
Cuando llegó el apoyo aéreo, en vez de ayudar a los heridos parecería que recogieron los cuerpos. Para que nadie los viera. Unos más explicaron, también, que no se vieron enfrentamientos. Tampoco, un helicóptero al que se le disparara.
El ejército y los primeros en disparar serían de los mismos. Los testigos que sobrevivieron para contarlo los vieron iguales.
Pocos les creen.