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En los últimos años, términos como reducción de emisiones, Net Zero o economía circular han ganado espacio en la conversación sobre sostenibilidad en el sector cultural. La música, impulsada por figuras globales, ha estado en el centro de esta transformación. Algunos artistas han liderado acciones para reducir su huella ambiental, mientras que otros han sido señalados por sus excesos, generando debates sobre los riesgos del sector.
Una crítica frecuente es la falta de transparencia. El secretismo en la industria musical no es nuevo, pero se agudiza cuando se trata de hablar abiertamente sobre el impacto ambiental de una gira o un festival. Bandas como Coldplay han transformado este temor en oportunidad, comprometiéndose públicamente con objetivos ambientales.
La sostenibilidad en la música va mucho más allá de vasos reutilizables y puntos de reciclaje. Exige gobernanza, transparencia y acción. Aunque algunas estrellas optan por compensaciones de carbono —como Taylor Swift, quien compró créditos tras las críticas a sus vuelos privados—, expertos coinciden en que anticiparse al impacto es más efectivo que mitigarlo después.
Las recomendaciones para el sector son claras: crear roles de sostenibilidad en cada organización, medir emisiones anualmente y reducir a la mitad el uso de generadores diésel. En países como Colombia, donde la matriz energética es mayoritariamente renovable, usar la red eléctrica local sería una ventaja competitiva clara.
El transporte es otro gran reto. Se deben diseñar estrategias para reducir viajes innecesarios de ejecutivos, incentivar el transporte compartido y promover alianzas con entidades locales para usar el transporte público en eventos masivos.
También se proponen metas como reducir en un 30 % el consumo de carne y lácteos en eventos y eliminar el desperdicio de alimentos, un reto clave en Colombia por su vínculo con la deforestación. A esto se suman el manejo adecuado del agua y la eliminación de plásticos de un solo uso antes de 2027.
El diseño de escenarios debe considerar materiales sostenibles y la posibilidad de reutilización. Y más allá de plantar árboles en lugares remotos, es urgente actuar junto a las comunidades anfitrionas para generar impactos tangibles y alianzas transformadoras.
En Colombia aún no se han medido los impactos de este sector. Pero si se asume con seriedad, la sostenibilidad podría ser el mayor hit de la industria musical.
Norma Cuadros González es investigadora y asesora en sostenibilidad para las industrias creativas. Dirige el festival Planet On y adelanta un doctorado en políticas culturales en la Universidad de Warwick, donde estudia el vínculo entre medioambiente, cine y equidad de género en América Latina.
