El dinero es un bien demasiado público y una preocupación demasiado importante para la seguridad nacional como para dejarlo en manos de actores privados, anónimos y descentralizados.
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¿Qué es lo que depara el futuro para el dinero y los sistemas de pago? Aunque seguramente contará con tecnologías inéditas, prever el panorama completo requiere de un contexto histórico.
Tradicionalmente, los sistemas monetarios y de pago han funcionado con una combinación de dinero base (emitido por un banco central) y dinero del sector privado, normalmente emitido por bancos comerciales a través de depósitos a la vista, tarjetas de crédito, etc. Dado que los nuevos sistemas de pago fintech, como Alipay, WeChat, Venmo o PayPal, siguen estando vinculados a los depósitos bancarios y a las tarjetas de crédito, representan una evolución, no una revolución.
En cuanto a Bitcoin y otros criptoactivos descentralizados, ninguno se ha convertido en moneda porque ninguno es una unidad de cuenta, un medio de pago escalable, un depósito de valor estable o un numerario (un punto de referencia para otros activos similares). El Salvador llegó a declarar a Bitcoin moneda de curso legal, pero, en el mejor de los casos, solo alrededor del 5 % de las transacciones de bienes y servicios se liquidan con esta moneda.
Es cierto que, con la creación de una reserva estratégica de Bitcoins por parte de la administración Trump, y con más inversores institucionales que los añaden a sus carteras, algunos analistas creen que Bitcoin, con el tiempo, se convertirá en una reserva de valor. Pero eso todavía está por comprobarse.
¿Qué otras posibilidades crean las tecnologías de contabilidad distribuida (DLT por su sigla en inglés)? Dejando de lado los criptoactivos, que seguirán siendo tokens volátiles para actividades especulativas, han surgido otras tres opciones: las monedas digitales de los bancos centrales (CBDC), las stablecoins (monedas estables) y los depósitos tokenizados.
Los temores de que las CBDC pudieran desintermediar a los bancos o facilitar las corridas bancarias en momentos de pánico financiero se han atenuado ahora que es probable que se impongan límites a los saldos de las CBDC. En la mayoría de los casos, los bancos centrales solo buscarán proporcionar un activo público seguro para las billeteras digitales de los usuarios, en lugar de una alternativa a los sistemas de pago del sector privado; y la mayoría de las CBDC no serán “programables” ni generarán intereses.
Esto significa que las soluciones del sector privado seguirán dominando los pagos. Las fintech pueden ofrecer opciones baratas, seguras y eficientes que no se basan necesariamente en la tecnología DLT; y ahora los gobiernos están ofreciendo vías de pago en tiempo real para bancos y empresas que facilitan liquidaciones baratas e inmediatas. E incluso en el ámbito de la DLT, la tokenización de los fondos del mercado monetario o las “flatcoins” (monedas planas) que devengan intereses (vinculadas a una canasta de activos) pueden impulsar la adopción de nuevas formas de cuasidinero o dinero amplio que pueden convertirse fácilmente en dinero digital que proporciona servicios de pago.
Ahora bien, las preferencias difieren notablemente entre las distintas jurisdicciones. En Estados Unidos, la oposición ideológica de la administración Trump a las CBDC la ha llevado a favorecer las monedas estables -lo que ha provocado advertencias del Banco de Pagos Internacionales (BPI) sobre un retorno al caótico sistema bancario libre del siglo XIX, solo que en formato digital-. En Europa, por el contrario, la preocupación por los riesgos de las monedas estables -como un nuevo círculo vicioso entre el Tesoro y los emisores de monedas estables, y las prácticas deficientes contra el blanqueo de capitales y de “conozca a su cliente”- implica una preferencia por las CBDC y los depósitos tokenizados. Y en China, la aversión a las monedas estables potencialmente descentralizadas ha llevado al gobierno a favorecer una CBDC, además de soluciones de pago fintech.
Idealmente, cada una de estas soluciones coexistiría y desempeñaría un papel diferente dentro de un sistema bien organizado de monedas digitales. Una CBDC sería el activo seguro público en las billeteras digitales de la gente, proporcionando una base de confianza para todo el sistema. Las monedas estables se utilizarían entonces para pagos nacionales entre pares o internacionales, y los depósitos tokenizados se utilizarían para transacciones interbancarias.
Hasta ahora, una de las únicas jurisdicciones que parece haber reconocido la importancia de implementar esta “pirámide” de monedas digitales es Emiratos Árabes Unidos, que está creando el entorno más propicio para los activos digitales a nivel global. En este contexto, cabe mencionar que, si bien las nuevas formas digitales de dinero se basan en algún tipo de tecnología DLT, la mayoría funcionan con libros de contabilidad centralizados en lugar de descentralizados, y suelen realizarse a través de validadores autorizados y de confianza, en lugar de mediante transacciones sin permiso y sin confianza. Dicho de otro modo, se parecen más a los libros de contabilidad centralizados tradicionales que a una verdadera DLT.
Aun así, muchos de los que tokenizan activos del mundo real parecen estar optando por la DLT como la “plataforma unificadora” preferida, con activos digitales denominados en monedas digitales nativas. En consecuencia, en lugar de centrarnos en la carrera por el dominio de los sistemas de pago nacionales o transfronterizos, sugerimos observar la geopolítica de las monedas digitales, dado su potencial para funcionar como activos de reserva mundiales.
En un intento por lograr un mayor papel global para el renminbi, en parte para mitigar el riesgo de futuras sanciones financieras de Estados Unidos, China está presionando para que su CBDC, la e-CNY, se utilice en las transacciones transfronterizas entre los países que participan en la Iniciativa La Franja y la Ruta (y su proyecto hermano, la Ruta de la Seda Digital). Con m-Bridge, una tecnología diseñada originalmente con el BPI, la e-CNY podría utilizarse para eludir los canales en dólares y el sistema SWIFT en las transacciones transfronterizas; de hecho, China ya tiene su propia alternativa para SWIFT: CIPS (Sistema de Pagos Interbancarios Transfronterizos).
Estas medidas sugieren que la eurozona podría verse presionada entre un dólar todavía dominante (cuyo papel se vería impulsado por la adopción generalizada de monedas estables vinculadas al dólar) y una e-CNY en alza. Por lo tanto, Europa se está moviendo rápidamente para introducir un euro digital, que podría ayudar a mantener el papel de reserva mundial de la moneda única y otorgarle cierta “autonomía estratégica” a la Unión Europea.
Por último, la administración Trump está impulsando las monedas estables (a través de la reciente Ley GENIUS) para preservar el papel dominante del dólar en los pagos globales y como moneda de reserva. Ahora que las monedas estables basadas en el dólar están redolarizando la economía global, tanto China como la eurozona están reconsiderando su escepticismo anterior y contemplan la posibilidad de emitir sus propias monedas estables.
El futuro del dinero y de los sistemas de pago se caracterizará por la evolución, no por una revolución criptográfica radical. Los efectos de red otorgan a los sistemas actuales una ventaja por su posición dominante. Más de una década y media después del lanzamiento de Bitcoin, el principal avance en el universo de las criptomonedas es la moneda estable, que no es más que una versión digital de la moneda fiduciaria; e incluso la adopción de monedas estables será gradual. El dinero es un bien demasiado público y una preocupación demasiado importante para la seguridad nacional como para dejarlo en manos de actores privados, anónimos y descentralizados. De un modo u otro, seguirá siendo competencia del estado.
* Nouriel Roubini es profesor emérito de la Escuela de Negocios Stern de la Universidad de Nueva York y autor de “Megathreats: Ten Dangerous Trends That Imperil Our Future, and How to Survive Them”.
** Brunello Rosa es CEO de Rosa & Roubini y coautor (junto con Casey Larsen) de “Smart Money: How Digital Currencies Will Shape the New World Order”.
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