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Rodrigo de Bastidas llegó por primera vez a lo que hoy es Santa Marta el 23 de febrero de 150l, día de la fiesta litúrgica de Santa Marta, la mártir de Astorga, y por eso le pusieron ese nombre a esa provincia. En ese viaje, Bastidas iba acompañado por Juan de la Cosa y Vasco Núñez de Balboa, entre otros. Habían partido de puerto de Mulos en Sevilla, a pesar de que hay quienes dicen que fue desde Cádiz. De todas maneras, cogió camino en octubre de 1501 en dos naves, con permiso real. Allí estuvo Bastidas hasta cuando viajó a Santo Domingo, donde lo procesaron por haber negociado con indígenas y con armas.
Llevado a España, fue juzgado y absuelto, regresó a Santo Domingo y volvió nuevamente a la región y fue cuando verdaderamente la fundó, el 29 de julio de 1525, hoy hace exactamente 500 años. Pudo suceder, aseguran algunos historiadores, que, al venir a fundar la ciudad, esperara esa fecha para darle el nombre que ya tenía la provincia y que coincidía con la otra Santa Marta, cuya fiesta también se celebra hoy. Por eso, uno de los himnos de la ciudad dice que Santa Marta es una ciudad “dos veces santa”.
Bastidas y los españoles que lo acompañaron en sus viajes quedaron enamorados de esa extraordinaria bahía que se ha ganado el título de “la perla de América” y que un conocedor, como lo fue el libertador Simón Bolívar, la consideró como la más bella del mundo.
Con regocijo, con canciones de Carlos Vives, con foros académicos, los samarios celebran los 500 años. Pero faltó el gran regalo: dotarla de servicios públicos adecuados. Sin embargo, hay optimismo, tanto que el rector de la Universidad del Magdalena, Pablo Vera Salazar, en reciente foro de la revista Cambio, anunció que hay que prepararse para celebrar los 600 años. Pero digo yo, la mayoría de los que estamos hoy no llegaremos, y los más longevos estarán, si acaso, en la ley de la grave edad.
La celebración habría sido mejor con problemas resueltos y que el mar se hubiera puesto de leva.
