Publicidad

Macrolingotes

Barco y Montoya

Sigue a El Espectador en Discover: los temas que te gustan, directo y al instante.
Óscar Alarcón
02 de junio de 2020 - 05:00 a. m.
Resume e infórmame rápido

Escucha este artículo

Audio generado con IA de Google

0:00

/

0:00

Mucho le debe el país a don Germán Montoya, pero no hasta el punto de afirmar que fue el presidente en ejercicio. Virgilio Barco, quien se educó profesionalmente en EE. UU., tenía una concepción del poder al estilo de como lo ejercen los estadounidenses y así se desempeñó en sus cuatro años de gobierno. Su secretario general manejaba los actos de rutina de su política doméstica, pero aquellos que correspondían a la política del Estado jamás los delegaba y siempre estuvieron bajo su única responsabilidad. Aplicó el tratado de extradición con EE. UU. —que él había suscrito como embajador— cuando se requirió, dirigió las conversaciones de paz con el M-19 y también todo el proceso que condujo a la Constituyente del 91. En fin, fue el último y verdadero presidente liberal que tuvimos.

Contó Barco con la fortuna de tener un coequipero como don Germán Montoya, quien venía de realizar una exitosa gestión en la empresa privada, y a ambos les correspondió enfrentar una de las épocas más difíciles del narcotráfico en Colombia. A don Germán le secuestraron a uno de sus hijos y, por chismes palaciegos, Pablo Escobar entendió que si lo dejaban en libertad el Gobierno accedería a sus pretensiones. Por supuesto, el Ejecutivo no iba a atender esas pretensiones, así que el jefe del cartel de Medellín consideró que le habían hecho conejo. En represalia, secuestró a doña Marina, una de las hermanas de Montoya, no con el propósito de negociar, sino de vengarse con su muerte, como en efecto lo hizo.

Tristes fueron aquellos episodios para el secretario general de la Presidencia al sufrir en carne propia los ataques del narcotráfico y también del presidente Barco al observar de cerca la tragedia de su amigo, fiel compañero y escudero de gobierno.

Germán Montoya fue un excelente ejecutivo que estaba al corriente de todo lo que ocurría en la administración, guardando siempre su distancia. Sin él, el Barco no habría podido navegar en el tomentoso mar de nuestra Colombia.

Descanse en paz, don Germán.

Conoce más

 

Sin comentarios aún. Suscríbete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.