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Entre los temas que ha puesto de moda el presidente Trump, y que tienen que ver con nosotros, está la separación de Panamá y su canal. Precisamente el 17 de febrero se cumplieron cien años de la promulgación del tratado entre Colombia y Panamá que puso fin a las discusiones del diferendo limítrofe entre ambas naciones, luego de la separación. Lo suscribieron el canciller colombiano, Jorge Vélez, y el ministro plenipotenciario de Panamá, Nicolas Victoria Jaén.
De esa manera quedó finalizada la eterna discusión que mantenían ambas naciones. La verdad es que esa separación la hicieron fundamentalmente los colombianos. Uno de los artífices del hecho, y quien sería el primer presidente de la nueva República, fue Manuel Amador Guerrero, nacido en Turbaco (Bolívar). Su actitud contra nuestro país se debió a que se disgustó con el presidente Marroquín porque se opuso a que él llegara al Senado y juró que se iba a vengar.
Otro colaborador importante fue el general Esteban Huertas, comandante del Ejército de Panamá. Su actitud en favor de los separatistas fue definitiva. Había nacido en un pueblito boyacense llamado Úmbita. En su partida de bautismo, que reposa en la iglesia de allí, le escribieron a mano en el folio: “Traidor a la patria. Vendió el istmo de Panamá en 1903. Con el producido de su traición vive olgadamente (sic) en Nueva York”. ¿Quién habría escrito esa leyenda? Aseguran que le dieron 30.000 dólares de la época y 50 a cada uno de los soldados.
José Vásquez Cobo, conocido como Pepe Botella, hermano del canciller de la época, Alfredo Vásquez Cobo, por su conducta reprobable contribuyó también a generar un mal ambiente contra nuestros compatriotas. Luego fueron los colombianos y no los panameños quienes colaboraron para que Panamá nos dejara y que hoy el presidente Trump, con mucho sin... istmo, pretende rehacer la historia.
