¿Comisionado de guerra?

Al iniciarse el gobierno Duque no tenían dónde poner a Miguel Ceballos, sobre todo para retribuirle la lambonería que diariamente expresaba en Blu Radio. Lo pusieron a sonar como ministro de Justicia, pero la Excelencia a la Justicia le ganó la partida (nos fue un poquito mejor). Como quedó sin ubicación, lo designaron comisionado de Paz en donde no ha dado muestras de buscarla. Sus recientes declaraciones sobre el feroz atentado del Eln contra la Escuela General Santander lo muestran de cuerpo de entero. Una cosa es el hecho, atroz y condenable, de la guerrilla, y otro muy distinto los protocolos que el Estado colombiano está obligado a cumplir. En todas sus afirmaciones el señor comisionado confunde, o pretende hacer confundir a la opinión pública, sobre lo que es Estado y lo que es gobierno, así como malinterpretar las declaraciones del Consejo de Seguridad y de Chile.

No es la primera vez que el hombre de la paz del Gobierno hace gala de su amor a la guerra. Por el 2013 pretendió también buscar un enfrentamiento con Nicaragua a propósito del “negociado” que pretendían hacer Laureano Ortega, hijo del dictador Daniel Ortega, con el chino Wang Jing, cuando todo el mundo sabía que era cuento chino. El canal interoceánico por Nicaragua se descartó hace más de 100 años cuando el francés Philppe Bunau-Varilla, luego del asesinato en 1901 del presidente McKinley, convenció a Roosevelt de que siguieran los trabajos por Panamá que habían comenzado los franceses. Los terremotos que frecuentemente azotan a Nicaragua hacían inviable un canal por esa nación y por eso el nuevo mandatario norteamericano optó por continuar el de Panamá, así tuviera que separarse de Colombia.

Un canal por Nicaragua, 100 años después, solo cabía en la cabeza de los Ortega, para hacer un negociado, y en la del hoy comisionado de la Paz, para buscar la guerra.

Sin más protocolos, los pactos son para cumplirse.