Es mucha es la diferencia entre un consejo de ministros de un sistema parlamentario y uno de un sistema presidencial. En el primero todos concurren en pie de igualdad y manifiestan la voluntad del órgano del cual hacen parte. Todos son responsables ante el parlamento, por supuesto también el jefe de Gobierno o primer ministro, quien se puede apartar del criterio de los demás.
Gánale la carrera a la desinformación NO TE QUEDES CON LAS GANAS DE LEER ESTE ARTÍCULO
¿Ya tienes una cuenta? Inicia sesión para continuar
En los sistemas presidenciales, por el contrario, responden individualmente ante el presidente o jefe del Estado y este, y solo él, es el responsable ante el Congreso. Lo que prima es el criterio del presidente. Sobre este particular basta recordar una célebre anécdota de Lincoln, quien, luego de una agitada reunión de gabinete en la cual su posición era contraria a la mayoría de sus ministros, comunicó de esta manera el resultado de la iniciativa propuesta: “Siete votos contrarios, un voto favorable. La propuesta ha sido aprobada”. Lo sucedido aquí la semana pasada es un claro ejemplo de cómo opera el gabinete en un sistema presidencial. Varios de sus ministros, y la vicepresidente, criticaron la designación de Benedetti y Sarabia y, aparentemente, siguen en el Gobierno. Quienes se apartan de la posición oficial, por el contrario, quedan en libertad de renunciar o “tragarse el sapo”.
Si el nuestro fuera un sistema parlamentario, la controversia la resolvería el parlamento (es decir, en nuestro caso, el Congreso) y, en el evento de que el presidente fuera derrotado, se produce una crisis que conduce a la disolución del órgano legislativo y a la convocatoria a nuevas elecciones.
No quiero defender a Petro, pero en los sistemas presidenciales, eso es así. El consejo de ministros de la semana pasada, transmitido en vivo y en directo por los canales oficiales y privados, mostró ante el país cómo está dividido el Gobierno, con mensajes de Bolívar (Gustavo) para que lo oigan en Santander, que es quien sufre la conmoción interior.