No era nada fácil la decisión de la Corte Constitucional sobre despenalización del aborto. El fallo produjo las reacciones esperadas, igual hubiera ocurrido frente a una decisión en contrario. Eso hace parte de la polarización del país, acostumbrado a responder de improviso, sin contar con los elementos de juicio necesarios para hacer una verdadera evaluación. Y más cuando se produce en vísperas electorales.
En medio de esta controversia ha quedado fuera de tono la declaración del presidente de la República —quien según la Constitución “simboliza la unidad nacional”— criticando la decisión de la Corte con el argumento baladí y elemental de que cómo cinco personas pueden tomar una decisión tan importante. Eso es tanto como preguntarle a ese mismo mandatario cómo una sola persona —en su caso— puede ser al mismo tiempo jefe del Estado, jefe del Gobierno y suprema autoridad administrativa.
Este es un país de instituciones, en donde existe una Corte Constitucional que, con solo seis votos favorables y tres en contra, permitió en 2005 la reelección presidencial de Álvaro Uribe. Es el mismo tribunal que ahora pretenden desconocer, porque no comparten la decisión que ha tomado. Antes sí era bueno y ahora no.
El fallo sobre despenalización del aborto puede ser discutible, pero se debe aceptar porque es producido por un organismo competente que hace parte de nuestras instituciones. Desde luego que, para controvertirlo, los ciudadanos requieren que se conozca el fallo en su integridad y no por medio de un comunicado de prensa. La Corte Constitucional nos tiene acostumbrados a anunciar sus decisiones por ese medio y dos o tres meses después, luego de conocidas las reacciones, las acomoda tratando de satisfacer los criterios de algunos sectores. No es menester que el fallo final sea un largo y tedioso tratado de derecho público —como es usual—, sino que se limite a una explicación que consolide su posición y criterio. Y más en este caso, que el tema ha dado lugar, según parece, a muchas tergiversaciones.
Cuando el tema es tan complicado, sobran abogados, médicos y hasta partidos políticos y gobernantes.