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Desde el balcón

Óscar Alarcón

27 de febrero de 2023 - 09:05 p. m.

El 11 de agosto de 1884 Rafael Núñez tomó posesión de su segunda presidencia. La situación del país no era buena, tanto que el 17 de diciembre acudió al estado de sitio y declaró turbado el orden público. El nuevo año se mostraba confuso y, para colmo de males, el 8 de enero el mandatario cayó en cama. Le diagnosticaron disentería. Doña Soledad Román, que lo acompañaba en Bogotá, se puso al frente de la situación, elaborando decretos, contestando mensajes, en fin, cumpliendo funciones de gobierno, con la aparente complacencia de su marido.

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La enfermedad de Núñez se prestó para muchos y diversos comentarios. Hubo chismes por doquier, tanto que se hizo correr uno según el cual el presidente había muerto envenenado y después de haberlo embalsamado se habían firmado decretos con su nombre. Entonces, cuando el enfermo tuvo alguna leve mejoría, doña Soledad lo trasladó a un cómodo sillón frente a uno de los balcones de Palacio, para que desde allí pudieran verlo los transeúntes. La multitud se aglomeró y lo ovacionó, mientras el Regenerador, todavía débil, saludaba con la mano.

Fue aquella la primera vez que Núñez se mostró desde el Palacio de San Carlos, donde habitaba y despachaba.

Mientras Núñez se restablecía, seguía desde la distancia la que se conoció como la guerra del 85. Estaba preocupado por la suerte del ejército gubernamental que comandaba el general Guillermo Quintero Calderón con las tropas de la Regeneración. Pero finalmente el 10 de septiembre le llegó un telegrama en donde le comunicaban la victoria en la batalla de La Humareda. Con el documento en la mano, se puso de rodillas para darle gracias a Dios y desde el mismo balcón que antes lo mostró sentado y enfermo pronunció su célebre frase: “La Constitución de 1863 ha dejado de existir”.

Era el balcón del Palacio de San Carlos. Hoy el presidente Petro habla de la salud, con buena salud, desde el balcón de la Casa de Nariño, que muestra la Plaza Núñez, sin Soledad, pero con gente. Poco le faltó para decir: “Las EPS han dejado de existir”.

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