Solo una vez en nuestra historia ha ganado la rebelión, para no hablar de la independencia, que es otro cuento.
Por eso los grupos alzados en armas no tienen otro camino que buscar la paz Eso lo entendió el M-19 y las Farc van por ese sendero, dejando las armas en la búsqueda de la reconciliación.
La única vez que unos rebeldes triunfaron entre nosotros fue en 1860 cuando nuestra nación se llamaba Confederación Granadina y la jefatura del Estado estaba en manos de Mariano Ospina Rodríguez, el primero de los tres Ospina que fue presidente. Contra su gobierno se levantó Tomás Cipriano de Mosquera, gobernador del estado del Cauca quien, para lograr su propósito, se reconcilió con su pariente y eterno enemigo José María Obando. Luego se le sumó el líder de la Costa Juan José Nieto y más tarde Boyacá, Cundinamarca, Magdalena, Santander y Tolima. Triunfaron, derrocaron a Ospina, acabaron con la Confederación Granadina y nacieron los Estados Unidos de Colombia en la convención de Rionegro. En Bogotá cogieron presos a los hermanos Ospina Rodríguez (Mariano, el presidente derrotado, y Pastor) y Mosquera los condenó a muerte. Gracias a la mediación de los agentes diplomáticos de Francia, Inglaterra, Estados Unidos y Perú, Mosquera, haciéndose el importante y en su condición de presidente provisional, jefe supremo y director de la guerra, les cambió la pena por cárcel. Fueron trasladados a Cartagena y un año después el destituido mandatario se fugó a Centroamérica y tiempo después regresó a Colombia.
Luego la lucha armada hoy no tiene futuro. Es necesario luchar, sí, pero los por caminos del diálogo. Parece que se acerca finalmente la firma de un acuerdo de paz con las Farc y cómo se añora que igual suceda con el Eln, pero tal parece que después de la muerte de sus jefes sacerdotes Camilo y Manuel Pérez, esa organización no tiene cura, y secuestran por hábito.
