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Consolidado el triunfo de Joe Biden, nos toca preguntarnos: ¿qué actitud adoptarán el Gobierno de Duque y el Centro Democrático ante la derrota de Trump? Ellos, no hay duda, tomaron partido en favor de la reelección. El recientemente nombrado embajador en Nicaragua, Alfredo Rangel, madrugó el miércoles siguiente a las elecciones, cuando daban como un hecho el triunfo del actual presidente, con el siguiente tuit (hora 6:38 a.m.): “Derrotado el coro de odio contra Trump conformado por los grandes medios, los intelectuales, los analistas, las encuestadoras, los artistas, etc. El pueblo norteamericano no se equivocó y decidió en democracia”.
Si un embajador —creo que aún no se ha posesionado— se atreve a elogiar la democracia norteamericana que, según su criterio, terminó equivocándose, es porque la canciller muda le dijo que hablara por ella. Ahora, ¿qué va a hacer el señor Rangel ante el dictador Ortega para acreditarse en Nicaragua, quien también debe tener las horas contadas? Le tocará rezar el rosario. O, por el contrario, le corresponderá presentarle su hoja de vida y demostrarle al sátrapa nicaragüense que hace unos años militó en el MOIR, antes de ser defensor acérrimo del uribismo y del Centro Democrático. No le quedará difícil porque después de una volteada, otra no le resultará nada complicada. La va haciendo poco a poco, Mao o menos. ¿Hacer profesión de fe castrochavista ante Ortega? Eso le será más fácil que decir que Biden es un demócrata.
Más le habría valido al Gobierno designar a Rangel consejero de Trump en el próximo concurso de Miss Universo, en donde sí lo reelegirán. Ahí podrá analizar las curvas del desarrollo impulsadas por el expresidente (90-60-90).
Con su Twitter madrugador, el recién nombrado embajador en Nicaragua se metió en Honduras.
