Los escritores del Boom estuvieron inclinados a narrar la historia de los dictadores latinoamericanos, acogiendo un proyecto del mexicano Carlos Fuentes. El plan era hacerlo en un libro donde cada uno de ellos se ocupara del gobernante de su predilección. Así consta en la correspondencia que se ha divulgado en el libro Las cartas del Boom, que la semana pasada se comentó aquí. Entre otros, Alejo Carpentier escribiría sobre Gerardo Machado; Augusto Monterroso, sobre Somoza; García Márquez, sobre Tomás Cipriano de Mosquera; Miguel Otero Silva, sobre Juan Vicente Gómez; Vargas Llosa, sobre Sánchez Cerro; Julio Cortázar, sobre Eva Perón.
¿Y por qué a Gabo le llamaba la atención hacerlo sobre Mosquera? En carta que le dirige a Carlos Fuentes lo describe como un aristócrata que había sido oficial de Bolívar, que se tomó cuatro veces la Presidencia, que estaba completamente loco, pero que era un gran hombre. Asegura que fue el primer liberal que se interpuso en la fiebre dictatorial del Libertador y a su vez terminó siendo dictador. Tenía la quijada reconstruida en plata, se vestía como los reyes de Francia, era cruel, arbitrario, pero verdaderamente progresista y muy buen escritor. Expulsó a los jesuitas, encabezados por su propio hermano, que era arzobispo primado de Bogotá. Ya en la plena decadencia, loco y alcohólico, andaba con su viejo sable persiguiendo a los niños que se burlaban de él en las calles.
Lástima que García Márquez no hubiera escrito sobre Mascachochas, como le decían en su época a Mosquera, y tampoco sobre la guerra con el Perú, otro proyecto que tuvo con su gran amigo y luego su mejor enemigo, Vargas Llosa, tema del que se ocupó, con lujo de detalles, Samper Pizano en su columna de Los Danieles.
A propósito de Los Danieles, se comenta que el presidente eterno movió hace dos años toda su influencia con los mexicanos para que sacaran a Coronell de Univisión. Y ahora utilizó las mismas influencias para callarlo en Colombia y que retornara a la cadena hispana.