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Este año no habrá Premio Nobel de Literatura, no por falta de escritores que lo merezcan, sino por una crisis que se presentó como consecuencia de las picardías del esposo de una señora que hace parte del comité que los adjudica. Se trata de Jean Claude Arnaut, dramaturgo y fotógrafo, quien tiene 18 denuncias por acoso sexual y es cónyuge de Katarina Frontenson. A la señora le tocó renunciar del comité, en donde sus miembros son vitalicios.
La adjudicación de ese premio (Nobel se acentúa en la e y no en la o, como lo pronuncian comúnmente) es un proceso largo que comienza en mayo, cuando en medio del frío de Estocolmo los miembros del comité comienzan a estudiar los preseleccionados, para anunciar el ganador un jueves de octubre. Puede decirse que es la consagración de un escritor. Ernest Hemingway siempre aspiró a ganárselo, pero cuando se lo dieron, en 1954, no le gustó el análisis que hicieron de su obra. Aseguraban que había vencido una precoz fase “de crueldad, escepticismo e insensibilidad” para acabar mostrando un “convincente dominio del estilo del arte de la narración moderna”. Quizá por eso no fue a recibirlo y lo hizo, en su nombre, el embajador de EE.UU. en Suecia, John Cabot.
A Jorge Luis Borges no le interesaba, a pesar de que se lo merecía. Siempre fue candidato, pero una de las veces que sonó con más insistencia fue el año en que visitó a Pinochet, el 22 de septiembre de 1976, e inmediatamente fue descartado.
Y ni qué decir de Vargas Llosa, quien luego de haberlo ganado su examigo García Márquez, estaba muerto de las ganas y lo recibió en medio de llanto, junto a su esposa de entonces, Patricia, la prima de “naricita respingada”. “Sin ella mi vida se hubiera disuelto hace tiempo en un torbellino caótico”. Y al poco tiempo llegó el torbellino con Isabel Preysler con quien no se ha casado… por Iglesia.
No habrá Nobel este año. Conformémonos con el puto triste de Arnaut.
