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No sé cuánto pueden ser, a dinero de hoy, US$25 millones de los años 20.
De pronto algo similar a $6,9 billones que le pagaron a la nación por las acciones de Isagén. Pues esa suma fue con la que indemnizaron a Colombia los EE.UU. por la separación de Panamá. La aceptación de ese dinero estuvo precedida de largos debates, mucho mayores que los que se le han hecho al Gobierno por lo de Isagén. Estaba de por medio la dignidad de la patria. La consideraban una “afrenta” y una “ofensa” cuando la verdad es que, para mi criterio, fue un regalo porque, según lo he sostenido en libros y conferencias, Panamá siempre fue de Panamá y jamás de Colombia. Durante ocho años, Marco Fidel Suárez fue víctima de esas críticas, primero como canciller y luego como presidente. Laureano Gómez fue de los más aguerridos parlamentarios que lo atacaron y al final le tocó renunciar a la primera magistratura porque el jefe conservador le descubrió que le habían hecho un préstamo pagadero con sus sueldos oficiales. Y además su mamá “lavaba”.
El tratado Urrutia-Thompson fue el que concretó la indemnización, la donación, es mejor decir. Se firmó en 1914 y solo en 1922 fue cuando lo aprobó el Congreso y hubo el canje de notas de ratificación. La plata llegó en el gobierno de Pedro Nel Ospina y hubo dinero para todo, en momentos en que el tesoro público estaba sin cinco. Se estrecharon los rieles del ferrocarril entre Bogotá y Facatativá; la canalización del río San Francisco y la construcción de una nueva avenida, sobre ese río, a la que se llamó Avenida Jiménez de Quesada; se extendió la Avenida Caracas; se remodeló la Plaza de Bolívar y se amplió el Capitolio. ¿Y quién fue el Vargas Lleras de la época? Pues el mismo Laureano Gómez, quien era el ministro de Obras Públicas de Ospina y quien en el Congreso había sido el enemigo del tratado. Ahí comenzó su camino hacia la Presidencia.
La plata alcanzó hasta para atender la quiebra del Banco López, que fue víctima de la caída de los precios del café, así como hoy caen los precios del petróleo. Porque también lo he dicho, que el petróleo es una sustancia físicamente líquida, químicamente inflamable y políticamente explosiva.
