A propósito del libro de Felipe Zuleta Lleras —tan agradable de leer, como todo lo suyo—, he recordado la figura de Felipe Lleras Camargo, un intelectual, periodista, bohemio, hermano del presidente Alberto Lleras Camargo. Cuando falleció Felipe, cuenta en sus Memorias el presidente López Michelsen que llamó a su colega exmandatario, de quien estaba distanciado, a darle el pésame y eso sirvió para volver a la amistad que estaba suspendida por razones personales y políticas.
Vi un par de veces a Felipe Lleras Camargo, pero jamás crucé una palabra con él. Por muchos de sus contemporáneos supe de un sinnúmero de anécdotas que lo muestran como un personaje olvidado que bien merece un libro o, por lo menos, varias crónicas. Habitual contertulio en el café El Automático de Bogotá.
Relatan que el presidente Alfonso López Pumarejo le tenía un cariño muy especial, tanto, que siendo mandatario en ejercicio lo escogió como orador principal para descubrir un busto en Honda en homenaje a su padre, el banquero Pedro A. López.
Lo llevó al pueblo y mientras el mandatario estaba con el gobernador, el alcalde y demás autoridades civiles y eclesiásticas, Felipe se hallaba en un café dándole al licor. A las seis de la tarde, cuando se realizaba el acto principal, lo fueron a buscar y lo encontraron muy pasado de copas, pero él, fiel a su compromiso, volando alto, tuvo que acudir a la Santísima Trinidad para salir de tamaña responsabilidad. Dijo ante los congregados: “Vamos a brindar por el padre, el padre que es don Pedro A. López, representado aquí en este busto, que se está inaugurando; por el hijo, que es el presidente López Pumarejo, y por el Espíritu Santo, que es el gran Partido Liberal…”. Ante tamaña oración y alegoría todos rieron, aplaudieron y fueron a abrazar a Felipe Lleras, quien años después sería hermano del Ejecutivo cuando llegó el “Monarca” al gobierno.
Nos debe Felipe Zuleta Lleras un segundo tomo de sus memorias, en donde no solo hable de sus amores, sino también de sus ancestros, como el educador Lorenzo María Lleras y su tío y tocayo, Felipe Lleras Camargo.
A propósito del libro de Felipe Zuleta Lleras —tan agradable de leer, como todo lo suyo—, he recordado la figura de Felipe Lleras Camargo, un intelectual, periodista, bohemio, hermano del presidente Alberto Lleras Camargo. Cuando falleció Felipe, cuenta en sus Memorias el presidente López Michelsen que llamó a su colega exmandatario, de quien estaba distanciado, a darle el pésame y eso sirvió para volver a la amistad que estaba suspendida por razones personales y políticas.
Vi un par de veces a Felipe Lleras Camargo, pero jamás crucé una palabra con él. Por muchos de sus contemporáneos supe de un sinnúmero de anécdotas que lo muestran como un personaje olvidado que bien merece un libro o, por lo menos, varias crónicas. Habitual contertulio en el café El Automático de Bogotá.
Relatan que el presidente Alfonso López Pumarejo le tenía un cariño muy especial, tanto, que siendo mandatario en ejercicio lo escogió como orador principal para descubrir un busto en Honda en homenaje a su padre, el banquero Pedro A. López.
Lo llevó al pueblo y mientras el mandatario estaba con el gobernador, el alcalde y demás autoridades civiles y eclesiásticas, Felipe se hallaba en un café dándole al licor. A las seis de la tarde, cuando se realizaba el acto principal, lo fueron a buscar y lo encontraron muy pasado de copas, pero él, fiel a su compromiso, volando alto, tuvo que acudir a la Santísima Trinidad para salir de tamaña responsabilidad. Dijo ante los congregados: “Vamos a brindar por el padre, el padre que es don Pedro A. López, representado aquí en este busto, que se está inaugurando; por el hijo, que es el presidente López Pumarejo, y por el Espíritu Santo, que es el gran Partido Liberal…”. Ante tamaña oración y alegoría todos rieron, aplaudieron y fueron a abrazar a Felipe Lleras, quien años después sería hermano del Ejecutivo cuando llegó el “Monarca” al gobierno.
Nos debe Felipe Zuleta Lleras un segundo tomo de sus memorias, en donde no solo hable de sus amores, sino también de sus ancestros, como el educador Lorenzo María Lleras y su tío y tocayo, Felipe Lleras Camargo.