En materia de períodos presidenciales hemos tenido de todo. En la Constitución actual tuvimos de ocho años (con Uribe y Santos), igual que en la de 1830. En las de 1843, 1853 y 1858, de cuatro años; en la de 1863, de dos; en la de 1886, de seis con reelección; de diez en la del general Reyes, y hasta de un año en 1909, cuando eligieron a Ramón González Valencia para que declarara el Año Santo.
Era un exabrupto de proyecto el que pretendía que quien fue elegido “hasta el 7 de agosto de 2022” permaneciera dos años más, como si su desempeño así lo mereciera. Ni siquiera el tantas veces recordado proyecto de Laureano Gómez y Roberto...
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