HACE POCAS SEMANAS LA PRENSA del mundo destacó la noticia de la niña chilena, Valentina Maureira, de 14 años, quien por medio de un video se dirigió a la presidenta de su país, Michelle Bachelet, pidiéndole autorización para que se le permitiera morir porque ella estaba cansada de vivir con una enfermedad (fibrosis quística) que la afectaba y de la que también había sufrido su hermano, Michael, que lo llevó a la muerte de tan solo seis años. Las leyes de ese país no permiten la eutanasia y a la mandataria le tocó abstenerse de complacer a la joven quien finalmente falleció hace menos de un mes.
A propósito de Chile, el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 cambió su historia y también de la familia del presidente Salvador Allende. Igual que los Hemingway, los Allende se volvieron una familia de suicidas. Si bien la eutanasia y el suicidio no son lo mismo, cuando el tema se plantea los religiosos se oponen a su regulación con el mismo argumento: el verdadero dueño de nuestra vida es el Ser Supremo y es quien decide la partida.
Cuando el general Augusto Pinochet asumió a la fuerza el poder en Chile, el presidente constitucional resolvió quitarse la vida con una escopeta que le había regalado Fidel Castro. De allí nació un sino trágico de la familia Allende. Una de sus hijas, Beatriz, conocida como Tati, se fue a vivir a Cuba y allí se quitó la vida; Gonzalo, nieto mayor del presidente, también se suicidó y Laura, hermana del mandatario, igual resolvió poner fin a sus días en 1981. Es algo similar a lo que ha pasado con la familia Hemingway, en donde se han suicidado el escritor Ernest, su padre, Clarence, sus hijos Ernest y Leicester, así como su nieta, la actriz y modelo, Margaux, quien lo hizo a los 41 años.
Como somos tan fundamentalistas, solo falta que establezcan una norma según la cual quien intente la eutanasia o el suicidio sea condenado a la pena de muerte. Frente a eso, no hay cura que valga.
Read more!
HACE POCAS SEMANAS LA PRENSA del mundo destacó la noticia de la niña chilena, Valentina Maureira, de 14 años, quien por medio de un video se dirigió a la presidenta de su país, Michelle Bachelet, pidiéndole autorización para que se le permitiera morir porque ella estaba cansada de vivir con una enfermedad (fibrosis quística) que la afectaba y de la que también había sufrido su hermano, Michael, que lo llevó a la muerte de tan solo seis años. Las leyes de ese país no permiten la eutanasia y a la mandataria le tocó abstenerse de complacer a la joven quien finalmente falleció hace menos de un mes.
A propósito de Chile, el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 cambió su historia y también de la familia del presidente Salvador Allende. Igual que los Hemingway, los Allende se volvieron una familia de suicidas. Si bien la eutanasia y el suicidio no son lo mismo, cuando el tema se plantea los religiosos se oponen a su regulación con el mismo argumento: el verdadero dueño de nuestra vida es el Ser Supremo y es quien decide la partida.
Cuando el general Augusto Pinochet asumió a la fuerza el poder en Chile, el presidente constitucional resolvió quitarse la vida con una escopeta que le había regalado Fidel Castro. De allí nació un sino trágico de la familia Allende. Una de sus hijas, Beatriz, conocida como Tati, se fue a vivir a Cuba y allí se quitó la vida; Gonzalo, nieto mayor del presidente, también se suicidó y Laura, hermana del mandatario, igual resolvió poner fin a sus días en 1981. Es algo similar a lo que ha pasado con la familia Hemingway, en donde se han suicidado el escritor Ernest, su padre, Clarence, sus hijos Ernest y Leicester, así como su nieta, la actriz y modelo, Margaux, quien lo hizo a los 41 años.
Como somos tan fundamentalistas, solo falta que establezcan una norma según la cual quien intente la eutanasia o el suicidio sea condenado a la pena de muerte. Frente a eso, no hay cura que valga.
Read more!
Read more!
Read more!