Con motivo del Día de la Mujer, que se celebró el pasado domingo, bueno es recordar cómo ellas lograron el derecho al voto y a ser elegidas en corporaciones públicas y en cargos de dirección dentro del Estado. Nuestro país es quizás el primero del mundo que les dio el voto. Fue con la Constitución de 1853, impulsada por Florentino González, que abrió el camino al federalismo. Con ella el Estado central se despejó de muchas de sus facultades en favor de las provincias, cada una con constituciones propias. Fue así como la de Vélez le otorgó el voto a la mujer, pero, es bueno anotar, al verificarse las elecciones a ninguna de ellas se les llamó a cumplir con ese derecho. De todas maneras, es un buen precedente.
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Con motivo del Día de la Mujer, que se celebró el pasado domingo, bueno es recordar cómo ellas lograron el derecho al voto y a ser elegidas en corporaciones públicas y en cargos de dirección dentro del Estado. Nuestro país es quizás el primero del mundo que les dio el voto. Fue con la Constitución de 1853, impulsada por Florentino González, que abrió el camino al federalismo. Con ella el Estado central se despejó de muchas de sus facultades en favor de las provincias, cada una con constituciones propias. Fue así como la de Vélez le otorgó el voto a la mujer, pero, es bueno anotar, al verificarse las elecciones a ninguna de ellas se les llamó a cumplir con ese derecho. De todas maneras, es un buen precedente.
A comienzos del siglo XX en el Reino Unido se hizo una gran batalla para darles el voto. Emmeline Pankhurst (1858-1928), del partido laborista, fue abanderada de esa causa, tanto que en 1918 se consagró el principio del sufragio universal masculino y se introdujo, al mismo tiempo y por primera vez, el voto femenino para aquellas que tuvieran 30 años, casadas y con título universitario o alguna propiedad. A la señora Pankhurst la escogió la revista Time en 1999 como una de las 100 personas más importantes del siglo XX.
En 1928, cuando ella muere, en el Reino Unido se estableció la igualdad del voto para el hombre y la mujer. Y se completó en 1969 cuando se otorgó el voto para los mayores de 18 años, hombres y mujeres, aplicando el principio One adult, one vote.
Entre nosotros, durante la dictadura de Rojas Pinilla, se le dio el voto a la mujer, pero, como sucedió en Vélez, en el siglo pasado tampoco se le llamó a ejercer ese derecho. En el plebiscito de 1957, sin tener derecho, se le llamó a votar y lo ejerció. Hoy ellas votan, eligen y las eligen. Por eso se dice que, detrás de un gran hombre, hay una mujer sorprendida.