No es la primera vez que se habla del perdón y olvido por delitos políticos en la búsqueda de la paz. A muchos se les olvida que el fundador del partido conservador, Mariano Ospina Rodríguez, fue junto con Florentino González y Vicente Azuero, de los conspiradores contra Bolívar en la noche septembrina.
Se les perdonó a pesar de que Manuelita Sáenz, buscaba para ellos y para Santander que se les condenara a muerte. Al mismo Ospina también el general Tomás Cipriano de Mosquera quiso aplicarle la pena capital cuando lo despojó de la Presidencia y desapareció la Confederación Granadina.
De no haberlo amnistiado, a Ospina, el Partido Conservador se hubiera quedado sin uno de sus fundadores y esa familia (familia de presidentes) no habría tenido como mandatarios a Pedro Nel, que fue si hijo y nació en Palacio, y a Mariano, su sobrino.
El general Rafael Reyes tuvo el gesto, que la historia le reconoce, de llamar a los liberales al gobierno luego de haber sido proscritos por las administraciones de la regeneración. Rafael Uribe Uribe, que había sido combatiente de la guerra de los Mil Días, fue diplomático de ese gobierno en Chile, Argentina y Brasil. “Amnistiado”, como muchos otros amnistiados de nuestra historia, fue asesinado a la entrada del Capitolio.
El Acuerdo de Benidorm, suscrito entre Alberto Lleras y Laureano Gómez, también fue un perdón y olvido de los dos partidos históricos para buscar la paz y el retorno a la democracia. ¡Que contrasentido de la historia! Jorge Leyva, exministro y amigo de Laureano Gómez, nunca gustó de ese pacto y tampoco del Frente Nacional, y su hijo, Álvaro fue el asesor de las Farc en la firma del documento que se suscribió la semana pasada.
Luego, no hay nada nuevo cuando se pretende establecer una justicia alternativa que ponga fin a una guerra de más de sesenta años. La paz tiene algo de paz… ciencia.