Escribidores apócrifos

Mucho antes de que muriera Borges, una desconocida poetisa estadounidense, Nadine Star, publicó en 1978 un apócrifo poema que quiso hacer pasar como si fuera del argentino.

La viuda del maestro, María Kodama, no sólo se sorprendió por el abuso sino que además declaró que si su marido lo hubiera escrito “yo habría dejado de estar enamorada de él en ese momento”.

Igual le sucedió a García Márquez con una supuesta despedida suya en donde se compara con una marioneta ante la cercanía de su muerte. Eso pasó hace cerca de 15 años, cuando nuestro nobel gozaba de cabal salud y fueron varios amigos quienes me lo hicieron llegar como si tratara de una crónica de una muerte anunciada, y yo, a cada uno de ellos, se los devolví con la misma vergüenza con que Bayardo San Román lo hizo con Ángela Vicario. Gabo, herido en su amor propio, se limitó a declarar: “Lo que me puede matar es la vergüenza de que alguien crea que algo tan cursi lo escribí yo”.

Lo mismo acaba de suceder con Mario Vargas Llosa, con caja de resonancia de los que sabemos, encabezados por el exministro que no ha saldado cuentas con el tesoro nacional y mucho menos con la justicia, en donde al nobel peruano lo pusieron a rezar por el futuro de Colombia para que no se lo lleve el castro-chavismo.

“Los colombianos —dice el escribidor apócrifo— con el flamante comunismo del siglo XXI, encabezados por algunos desvergonzados colombianos que le hacen juego a las Farc, los llevarán al mismo estado de Argentina, Venezuela, esto sin inmutarnos, como no se inmutaron los argentinos ni los venezolanos y cuando se den cuenta ya será tarde. Oremos por Colombia”.

¡Qué tal, Vargas Llosa escribiendo algo tan inconexo e invitando a la oración! Vargas llora, pero no reza.